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Ya de pié, preguntó al garçon, que podria ser hombre de cuarenta y cinco á cincuenta años, si recordaba algun convite célebre, dado en aquel establecimiento. He conocido varios, me contestó; pero el más lujoso fué el que dió, á poco de abrirse el restaurant, un embajador ruso á todo el cuerpo diplomático extranjero.

Otro empleado, muy joven aún, simuló estar perdidamente enamorado de la mujer del embajador chino; durante algún tiempo logró atraer sobre él la atención y aun la compasión; pero la gente experimentada no tardó en comprender que aquello no era sino una imitación miserable de una auténtica originalidad, y todos le volvieron con desprecio la espalda. Hubo otras muchas tentativas de la misma índole.

Pero, señor, tengo y sigo aquí una pista que... Vuelva usted a Estrelsau repetí. Diga al embajador que ha descubierto una pista, pero que necesita una o dos semanas para seguirla con éxito. Y entretanto yo mismo me encargaré de investigar el asunto. El embajador se muestra muy apremiante, señor. Cálmelo usted.

El vigilante y prudentísimo don Rosendo había averiguado por medio de sus agentes de Madrid, que el duque de Tornos, conde de Buenavista, emparentado con la real familia, embajador que había sido en Francia, mayordomo mayor de palacio, etc., etc., un personaje de mucho bulto en la corte y en la política, estaba decidido a pasar el verano en Sarrió para tomar los aires del mar, que le hacían mucha falta, con más sosiego que en San Sebastián o Biarritz.

Comunicado el proyecto con D. Juan de Velasco, ofrecía formalmente al Embajador de España servir de espía, utilizando las relaciones que tenía en Francia, y comunicar los secretos de la política de esta nación, estableciendo, por más seguridad, su residencia en Besançon ó en Constanza, siempre que se le dieran 150 escudos al mes.

Si conferenciaba con el Embajador inglés, las quejas y las amenazas eran de otra naturaleza: entonces el lugar de retiro era Florencia ú Holanda ; pero de cualquier modo, ni hablaba con sordos ni dejaba de pensar en el alcance de lo que decía. El Embajador transmitía las extravagancias, pero se allanaba á pagarle las deudas. Tratan de ella también las cartas de Nanton.

Oye lo que con él nos pasó: entrósenos en casa a mediodía, cuando el embajador quería comer, y, llegándose a él, dijo ser un soldado natural de Córdoba, caballero principal della, y que tenía necesidad, y así le suplicaba se la favoreciese haciéndole merced.

Mi señor padre teme que haya quien tire de la cortina, y deje ver sus tratos con la Liga y sus inteligencias con Inglaterra. El duque de Uceda no ha debido decir esto de una manera muy secreta, porque lo ha sabido su padre, y sin perder tiempo ha propuesto al rey la guerra contra la Liga, y ha enviado de embajador á Inglaterra á don Baltasar de Zúñiga.

-Señores, yo no más de -respondió el paje- sino que soy embajador verdadero, y que el señor Sancho Panza es gobernador efectivo, y que mis señores duque y duquesa pueden dar, y han dado, el tal gobierno; y que he oído decir que en él se porta valentísimamente el tal Sancho Panza; si en esto hay encantamento o no, vuestras mercedes lo disputen allá entre ellos, que yo no otra cosa, para el juramento que hago, que es por vida de mis padres, que los tengo vivos y los amo y los quiero mucho.

Á toda costa, á costa de la prudencia, acudió Pérez contra el peligro, avisándolo secretamente al Embajador de Inglaterra, á fin de que su Gobierno lo desvíara , mientras que sin temor de colocarse en oposición abierta con el Secretario de Estado, decía al Rey, en presencia de aquél, que sólo un insensato sería capaz de hablarle de transacciones humillantes .