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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Cándida cuchicheaba con el P. Melchor, D.ª Eloisa con su ahijado el P. Gil y con Obdulia, D. Joaquín con Marcelina, y el P. Narciso con D.ª Filomena. Se puede asegurar que los únicos que escuchaban realmente al ex-gobernador interino de Tarragona eran su hermano y D.ª Teodora, esto es, los que ya conocían los pormenores de su gestión administrativa tan bien como él.

Pocos eran los que conocían allí a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los incidentes del drama conyugal que había retraído al mayorazgo a Peñascosa. Pero lo que en los extraños era pura curiosidad, en la buena de doña Eloisa se ofreció, como es lógico, con la apariencia de viva y honda emoción.

Esto procede de que Abelardo y Eloisa, antes que á la historia de un país, tocan á la historia del corazon, que es la historia más universal del género humano. Al dejar la calle en cuestion, dirigimos un triste saludo á los desgraciados amantes. Última curiosidad de este dia. Cerca de la Plaza de la Concordia, hemos visto á la Emperatriz y al Príncipe.

A no ser dijo Eloísa, con remilgada sonrisa que celebréis con los alemanes el azahar y las naranjas; con los franceses, el bolero, y con los ingleses, el vino de Jerez. ¡Ah! Eloisita exclamó entusiasmado Polo , ese chiste es tan espiritual, que si no es francés, merece serlo. En lo que decía, plagiaba Polo, según su costumbre, un conocido dicho francés.

Allí estaba la tertulia en masa de D.ª Eloisa, y además, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos podido poner al lector en relación.

D. Joaquín también sintió cierto picor en la garganta, que le obligó a toser volviendo la cabeza. D.ª Serafina no contestó a la pregunta, porque se distrajo hablando con D.ª Eloisa. La conversación cambió de rumbo, como si tácitamente todos convinieran en que aquél era peligroso. Poco después cesó de ser general, y volvieron a formarse los grupitos de costumbre.

Pues yo añadió la condesa querría a Rafael, por lo mucho que me divierte, si no le quisiera ya tanto por lo mucho que vale. Aquí tienes, querida Gracia dijo Eloísa entrando y abrazando a la condesa , el Viaje de Dumas por el sur de Francia. La condesa tomó los libros.

Se nombró madrina del oficiante a D.ª Eloisa, por indicación de aquél. Ninguna tenía mejor derecho para ello; pero todas se creían con tanto, y esto volvió a originar secretos resentimientos y algunas palabrillas desagradables. El preste volviose hacia el pueblo y cantó con voz débil y temblorosa: Dominus vobiscum.

Es bien sensible que semejante libro esté envenenado por tantas extravagancias, buenas únicamente para ahuyentar la fe y el buen sentido de los jóvenes. Quemaré este libro, y sobre todo, la Nueva Eloísa, más peligroso todavía, porque éste exalta las pasiones al propio tiempo que debilita el espíritu. ¡Qué lástima que un talento tan grande como el de Rousseau enloquezca de este modo!

¿D. Álvaro está? Tardó en contestar. ¡Ya se ve que está! respondió al cabo. No sale nunca. ¿Y se le puede ver? ¿Por qué no? Pues avísele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar con él por encargo de su señora hermana D.ª Eloisa. No hay necesidad. Venga usted conmigo replicó bruscamente. Y después de cerrar y trancar con cuidado la puerta, echó a andar delante.

Palabra del Dia

bagani

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