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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Y convencido de que lo sublime del propósito no empece a que se adopten los medios más eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su madrina doña Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena señora al recibir la confidencia.

En los dos o tres meses que permanecía allí, les prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos, acompañándolas en sus oraciones o sirviéndoles de amanuense, etc. Habitaba en casa de D.ª Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco: el niño se convertía en hombre. Al fin dejó tres años consecutivos de venir, para tomar las últimas órdenes.

No podré explicarme bien dijo la condesa sino por medio de una comparación, porque no soy elocuente como Eloísa. Hace algún tiempo que vino a vemos una de nuestras parientas de Jerez, mujer muy devota, cuyo marido es muy aficionado a las artes. Lo primero que traté de enseñarles fue, por supuesto, nuestra hermosa catedral.

, D.ª Eloisa se apresuró a decir D. Norberto, su esposo quiere referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas desgraciadas. D. Martín, comprendiendo que había ido demasiado lejos, asintió, no sin dirigir un guiño expresivo al capellán. Sentáronse a la mesa. Obdulia hacía esfuerzos atroces por comer, pero su estómago se negaba a recibir alimento alguno.

Se pasaba la vida en la calle del Circo, y sufría un verdadero martirio. Derrochaba todos los días tanta elocuencia y pasión, tantos razonamientos y ruegos, tanta verdadera y falsa lógica como J. J. Rousseau en La Nueva Eloísa; todas las noches lo ponían a la puerta con buenas palabras.

Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces a ello en interés de aquél. Quedó, pues, en poder de D.ª Eloisa, la señora de D. Martín de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas que de ningún modo quisieron renunciar a la participación de tan caritativa obra.

Guardaban las memorias de las Eloisa y de las Chantal, de las Luisa y de las La Vallière; contaban entre los suyos los nombres de muchas hijas y de muchos amantes de reyes que habían cambiado los esplendores del lujo y las ilusiones de la voluptuosidad por el sayal y los trabajos de la penitencia.

Pero decidme por Dios, Eloisita, lo que tengo, pues es una obra de misericordia enseñar al que no sabe. Lo que tenéis, Arias, harto lo sabéis. ¿El qué? Una decepción murmuró Eloísa. ¿Una qué? preguntó Rafael, que no la entendió. Una decepción repitió Eloísa. ¡Ah!, ¡ya!, había entendido deserción, y mi honor militar se había horripilado.

D.ª Eloisa tornó a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si terminase en alta voz un monólogo: ¡Qué lástima que le hayan pervertido en Madrid! Álvaro tiene buen corazón... y todos dicen que es hombre de talento. Los clérigos se sintieron molestados por aquellos elogios.

¡Oh!, ¡qué felicidad! exclamó Eloísa , el que algún evento notable saque a esta monótona Sevilla del carril rutinario en que vegeta desde que San Fernando la fundó. La conquistó le dijo por lo bajo su simpático amigo Polo. Pero Eloísa, sin atenderle, prosiguió: ¿En qué ópera hará su debut? ¿Pues qué, se ha ajustado para salir a las tablas de Bu? preguntó la marquesa.

Palabra del Dia

bagani

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