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Actualizado: 22 de junio de 2025


¡Oh!, ¡qué felicidad! exclamó Eloísa , el que algún evento notable saque a esta monótona Sevilla del carril rutinario en que vegeta desde que San Fernando la fundó. La conquistó le dijo por lo bajo su simpático amigo Polo. Pero Eloísa, sin atenderle, prosiguió: ¿En qué ópera hará su debut? ¿Pues qué, se ha ajustado para salir a las tablas de Bu? preguntó la marquesa.

Al empujar la puerta vieron al joven revolcándose por el suelo y mesándose los cabellos mientras lanzaba imprecaciones y palabras incoherentes. Carlota quiso precipitarse a su socorro, pero la retuvo Miguel. ¡Silencio! le dijo al oído. No temas. Tu marido se halla en la hora negra del artista. Las sacras musas duermen o están ocupadas en este momento y no pueden atenderle.

Si alguna vez tenía un apuro, si necesitaba una pensión para seguir pintando, allí estaba él, deseoso de atenderle. Por lo pronto, le esperaba á comer en su casa aquella misma noche, y si quería ir todas las noches, mucho mejor. Comería en familia, modestamente; la guerra había cambiado las costumbres; pero se vería en la intimidad de un hogar, lo mismo que si estuviese en la casa de sus padres.

El marqués no estimaba tanto al espabilado Simón por su destreza en el desempeño del cargo que ejercía, como por el talento singular que mostraba para oírle y atenderle, para pescarle los detalles más finos de sus peroraciones a destajo, y hasta para moverle a extenderlas y elevarlas.

Luego le detuvo en el vestíbulo, por la idea del retrato desaparecido, cuyos fragmentos apretaba nerviosamente en el bolsillo. Entonces, como Julio, sin atenderle, se dejara caer en un sillón, le miró: había cerrado los ojos, palidísimo, y apoyaba la cara de perfil en el respaldo; una de sus manos colgaba inerte. Se sorprendió Muñoz extraordinariamente. En seguida una alegría frenética le agitó.

Se mantuvo de pie para hacerle comprender que su entrevista debía ser corta; pero el otro, distraído por sus preocupaciones, pidió permiso para sentarse, y antes de que ella respondiese ocupó un sillón. La Torrebianca se limitó á apoyar su cuerpo en el borde de una mesa. Mi marido está algo enfermo dijo , y necesito atenderle... No es cosa de cuidado: la emoción por una desgracia de familia.

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