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Actualizado: 2 de junio de 2025


¡Qué vulgaridad! Esos son ojos de las gentes del pueblo, de cocineras y cigarreras. Que el modo de andar de las españolas tan ligero, tan gracioso, tan sandunguero, es lo más encantador que pueda imaginarse. Pero ¿no conoce ese señor que nos mira como parias dijo Eloísa , y que estamos haciendo todo lo posible para enmendarnos y andar como se debe? Lo mejor será que le convirtáis dijo Rafael.

No es extraño dijo Rafael que se muera por España y por las españolas aquel inglés que veis allí enfrente y cuya cabeza descuella sobre todas las plantas del macetero. ¡Qué mal gusto! contestó Eloísa con un gesto de desdén. Dice continuó Rafael que no hay cosa más bonita en el mundo que una española con su mantilla, que es el traje que más favor les hace.

En un momento en que me vi sola, eché a correr hasta que hallé a unas mujeres. ¿Qué? ¿Tenía usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que aquí el P. Norberto caza con lazo? tornó a decir D. Martín con ático humorismo de cuartel. La joven se ruborizó hasta las orejas. Doña Eloisa dirigió una mirada severa a su marido. Vamos, no empieces a barbarizar, Martín.

¡Buenos ojos le vean, padre! ¡Qué caro se vende! exclamó Eloisa, que desde que su protegido había recibido las sagradas órdenes no le tuteaba. Al mismo tiempo se levantó y le besó la mano con verdadero afecto.

D.ª Eloisa y D.ª Rita consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones, sobre todo a sus amigas, a quienes bañaban el rostro en medio de una algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carácter íntimo y familiar.

Porque las que menos afectuosas y tolerantes se habían mostrado con el niño, eran más extremosas ahora con el hombre. Esto sacó de sus casillas a D.ª Eloisa, D.ª Teodora y D.ª Marciala, que le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo. Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de primores entre ellas.

D.ª Eloisa volvió a insistir, preguntando con acento cariñoso: Entonces, ¿cuál es la razón de su retraimiento, pícaro? Señora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de noche; pero la principal razón es que la mayor parte de los días estoy rendido... ¡Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces necesito rezar un poco...

No; pero temería verle desmentir las ideas y los sentimientos que expresa, y entonces se disiparía el encanto, porque al leer lo que me habría arrebatado, no podría apartar de la idea de que el hombre lo había escrito con la cabeza y no con el corazón. ¡Cómo escriben esos franceses! decía entre tanto Eloísa, resumiendo el mencionado certamen literario.

Polo y Eloísa hicieron una disertación sobre las obras del escritor; disertación de cuya lectura dispensamos al lector, que nos dará gracias por ello. ¡Pobre Dumas! dijo la condesa al coronel. ¡Pobre! exclamó el coronel . ¿Pobre llamáis al que es rico y personaje, al que todos festejan, obsequian y aplauden? ¿O será porque algunas veces le critican?

D.ª Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando la confusión de D. Norberto y la risa de los otros. Bueno prosiguió el señor de las Casas, haciéndose prudente y conciliador, yo no diré, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a esas casas de perdición; pero lo que sostendré siempre es que les está usted prestando un gran servicio: está usted haciendo su agosto.

Palabra del Dia

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