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De este aire y de este corte fueron los asuntos que ocuparon a los contadísimos tertulianos de la marquesa durante muchas noches; y como éstos eran pocos y rara vez asistían juntos, porque había que atender a todo, y los modos de entretenerse allí tan limitados, el tedio llegó a invadirlos y tuvo la marquesa que templar un tantico la rigidez de su programa fúnebre, echando otra leva entre sus íntimos y tolerando en casa ciertos recreos de poca baraúnda.

¡Pues claro está que lo es! exclamó Currita de repente, echando con mucha cólera todas las migas en la pecera . ¡Chisme, chisme, y de malísima intención, María!... ¿Si lo sabré yo, caramba?... Sino que de todas las cosas no se ha de dar un cuarto al pregonero... eres mi amiga y te lo digo en secreto: Jacobo ha ido a negocios del partido y estará de vuelta muy pronto... ¡Ya ves cómo se escribe la historia!...

El nuevo aperador reía a solas las fanfarronadas de su amo, más atento a recomendarle la dureza y que «metiese en cintura» a los holgazanes que trabajaban sus campos, que a enterarse de las operaciones agrícolas, echando la culpa de las malas cosechas a los gañanes, una canalla que no quería trabajar y deseaba que los amos se convirtiesen en criados, como si el mundo pudiera volverse del revés.

Y ansí fue éste; porque yendo la calle arriba, echando mi cuenta en lo que le emplearía que fuese mejor y más provechosamente gastado, dando infinitas gracias a Dios que a mi amo había hecho con dinero, a deshora me vino al encuentro un muerto, que por la calle abajo muchos clérigos y gente en unas andas traían.

Es cuestión de nombres y de que diéramos en llamar dormir a lo que llamamos despertar, y acostarse al levantarse... ¿Qué razón hay para que no diga yo ahora mientras me visto: 'Maximiliano, ahora te estás echando a dormir. Vas a pasar mala noche, con pesadilla y todo, o sea con clase de Materia farmacéutica animal...?».

Despues de concluido le dan á beber un huevo de avestruz crudo, y agua, haciéndole fumar tabaco, que es el regalo que le hacen al gualichu, dándole al adivino vómitos fingidos: y entonces comienzan á gritar todos, y echando fuego al aire, que tienen prevenido, se despiden de dicho gualichu, que dicen sale del cuerpo del adivino, y se retiran á sus toldos.

Eso es otra cosa: estos tienen más ciencia, porque curan al paciente sin sacarle palabra alguna... Pero tampoco es necesario, porque yo me curo a mismo. Y pidiendo una botella de ginebra, comenzó a beber copa tras copa, echando, en vez de dos, tres y hasta cuatro terrones de azúcar.

Una mujer de edad madura abría la puerta, Isidora pasaba, subía por la gran escalera blanqueada, y al llegar a lo alto miraba el letrero de la Sala primera; y echando la vista por el hueco, veía un claustro grande y luminoso, en cuya capacidad sesteaba, tomando el sol, el más bullicioso y pintoresco ganado femenino que se pudiera imaginar.

Y viene usted a hacer un viajecito por nuestro país, ¿verdad? ¡Cuánto me alegro! ¿Le gusta a usted Sevilla? Muchísimo. Es una ciudad encantadora. Muchísimo, ¿verdad? ¡Pobrecito! ¿Y piensa usted permanecer aquí todo el verano? Señora, eso depende de las circunstancias dije echando una mirada de inteligencia a D. Oscar, quien se dignó aprobar con la cabeza.

¿Por qué, corazón? No contestó. Siguió caminando algún tiempo y dejó escapar un gemido. Después parose nuevamente, y echando los brazos al cuello a su doncella, comenzó a sollozar con amargura. ¡Soy muy mala, Genoveva, soy muy mala! Mi corazón no acaba de verse libre de impurezas; el demonio y la carne me tienen aún sujeta. ¡Si supieses qué pecado he cometido ayer!