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Actualizado: 24 de mayo de 2025
El artista flamenco aún estaba en la casa. Insistí en querer verlo. Una mujer del pueblo, pobremente vestida, su esposa, según dijo, me introdujo en el dormitorio, que era, por cierto, un cuartucho bien oscuro y estrecho. Primo, despertado violentamente por su mujer, no me conoció al pronto; no tardó en caer. Le expliqué el asunto con alguna timidez.
Lo demás del dormitorio estaba en sombra; en una media sombra fantástica. Sentada en un sillón, junto a la mesa; apoyado en ella un precioso brazo, que dejaban descubierto hasta el codo los encajes de la ancha manga de su traje; apoyado el rostro en su mano, sola, inmóvil, profundamente pensativa estaba Amparo. Tenía ceñida aún la corona de rosas blancas.
Entre los dos anteriores, y dejando entre cada uno un pasadizo de 3 metros de ancho, hay otro de 30 de largo y 10 de ancho. Los dos primeros, tienen cada uno dos dormitorios con camastros de caña, perchas y armeros, capaces para 200 hombres cada dormitorio. El camarín pequeño sirve para almacén de maderas y taller de aserrado.
Las preocupaciones religiosas, llegaban hasta su dormitorio. «Déjame, Luis decía su esposa mañana tengo comunión en las Hijas de María, y necesito hacer examen de conciencia». Otras veces era Cuaresma y el ayuno se extendía hasta la vida conyugal.
Encontró al conde en su propio dormitorio, luego de pasar por los salones con los ojos cerrados para evitarse el dolor de una cólera inútil. Las puertas estaban forzadas, los suelos sin alfombras, los huecos sin cortinajes. Sólo los muebles rotos en los primeros momentos ocupaban sus antiguos lugares.
Insufla en los pulmones vida nueva, acelera la sangre y comunica a las almas dulcísima alegría. ¡Cómo suspiré, durante diez años, en las soledades del Colegio, por aquellos sitios y por aquel espectáculo! ¡Cómo, mil y mil veces, a la hora de la siesta, desde el balconcillo del dormitorio, ante la colina poblada de cactos, cansada de las arideces del Valle de México, soñé despierto con la húmeda belleza de la tierra natal!
Entonces sintió junto á sí los pasos de alguien que andaba por el dormitorio; sintió que aquellos pasos se acercaban á ella; sobrecogióla un pavor mortal; ni tuvo voz para gritar, ni para moverse; pero á pesar de aquel terror, oyó clara y distintamente una voz alterada, de entonación fingida, que dijo muy cerca de ella: Si queréis que nadie sepa vuestros secretos, noble duquesa, guardad vos un profundo secreto acerca de lo que habéis visto y oído esta noche.
Don Félix Cantalicio Ramírez del Valle descansaba en la fortaleza blindada que tenía por dormitorio pocos días después del suceso que acabamos de narrar. Habían sonado ya las dos de la noche en el reloj con música del salón de arriba, se hallaba en la cama desde las once; y sin embargo sólo había logrado echar un sueñecito de media hora. Le acaecía esto muchas veces.
»Poco después entrábamos en el dormitorio de Magdalena, a la cual encontramos inquieta y visiblemente agitada. »No nos costó mucho trabajo adivinar la causa; Amaury se había marchado hacía media hora y mi hija creía indudablemente que estaba con Antoñita.
Después de tan corta ausencia, le sería fácil hacer pasar, la cosa como una simple broma. Ya en su casa, entró sonriendo en el gabinete donde había quedado su mujer; las lámparas ardían todavía, pero Mariana no estaba; después de haberla llamado con discreción, penetró en el dormitorio débilmente alumbrado, mas vio sorprendido que no había nadie; subió corriendo a las habitaciones de miss Brown.
Palabra del Dia
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