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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Los dos próceres se miraban, como preguntándose qué diablos hacían allí, porque los muebles, dorados, y la mesa, incrustada de nácar, olían a boudoir a la legua, a pesar del humo de cigarro que daba en las narices, tan pronto como se ponía el pie en el mullido bruselas de colores vivos.

Para servirlos fritos se rebozan en harina, huevo batido y miga de pan, friéndolos hasta que estén dorados. Cuando son asados se unta bien con aceite la parrilla, poniéndola sobre fuego bastante vivo; se les da vuelta con cuidado para que no se estropeen; la parrilla se unta segunda vez y cuando están a punto se colocan en una fuente con salsa de tomate.

Se encontraban a la puerta de la venta Martín y Bautista, cuando pasó, envuelto en su capote, Briones, el hermano de Rosita. Le saludó a Martín muy afectuoso y entró en la venta. Vestía uniforme de comandante y llevaba cordones dorados como los ayudantes de generales. He hablado mucho de usted a mi general le dijo a Martín. ¿? Ya lo creo. Tendría mucho gusto en conocer a usted.

En efecto, ya el sol tocaba a su ocaso, y el mar y el cielo, confundiéndose en el horizonte inflamado, no formaban más que un inmenso círculo de fuego. La cima de las olas centelleaba iluminada por los largos reflejos dorados que venían a extinguirse en las sombras que proyectaban las grandes rocas de la costa.

Aconteció, pues, que la Princesa, en una hermosa mañana de primavera, estaba en su tocador. La doncella favorita peinaba sus dorados, largos y suavísimos cabellos. Las puertas de un balcón, que daba al jardín, estaban abiertas para dejar entrar el vientecillo fresco y con él el aroma de las flores. Parecía la Princesa melancólica y pensativa y no dirigía ni una palabra a su sierva.

AZUCENA. No, yo soy feliz; yo no ambiciono alcázares dorados; tengo bastante con mi libertad y con las montañas donde vivieron siempre nuestros padres. MANRIQUE. ¡Siempre! AZUCENA. Pero, hijo mío, la pobreza tiene muchos inconvenientes, y tu familia los ha experimentado muy terribles. MANRIQUE. ¿Mi familia? AZUCENA. Nada me has preguntado nunca acerca de ella.

La riqueza de estos artesonados tiene un recuerdo histórico que aumenta la gloria de los aragoneses, por hallarse dorados, segun pretenden nuestros historiadores, con el primer oro que se trajo de la América. No podemos al hacer esta relacion, dejar de copiar las elocuentes palabras, que al hablar de las bellezas artísticas de este monumento, se léen en una publicacion estimable.

Las mangas de la bata, sueltas y muy cortas, descubrían unos brazos blanquísimos, dorados por ese vello apenas perceptible que tienen algunas frutas antes de estar manoseadas.

Únicamente el que no tiene ni nobleza, ni valor, ni sentimientos honrados en el corazón... ¡Ah, mi pobre hijo! ¡hijo de mis entrañas! ¡Cómo has caído en el lazo que te tendieron los traidores...! No estaba aquí tu desgraciada madre para prevenirte, la madre que te ha tenido colgado de sus pechos, la que besaba los rizos dorados de tu pelo al acostarte y volvía a besarlos cuando te despertabas.

El escritorio de su primo estaba en un caserón antiguo y señorial, todo de piedra obscura, con balcones de hierro retorcido y pomos dorados, y un gran escudo de armas que ocupaba gran parte de la pared entre el primero y segundo piso.

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