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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Es, en particular, muy extraño que, á la vez que Rojas, como hemos dicho, emplea en ocasiones ese lenguaje metafórico y sobrecargado de adornos, posee el don de emplear un estilo natural hasta el extremo, de tal manera, que pocos poetas españoles pueden comparársele bajo este aspecto, y que al mismo tiempo que poseía una imaginación exuberante, que le hacía incluir en sus comedias verdaderos engendros y falsos elementos dramáticos, podía y sabía dominarse y contenerse en este terreno en virtud de su poderosa inteligencia.

Esperaba ser bastante fuerte para dominarse; pero al volver a ver a la joven, después de una ausencia de dos meses, se dio cuenta de que su mal, en vez de calmarse, llegaba al paroxismo, y que nunca podría ser para ella un simple amigo. Estaba en este punto de sus reflexiones, cuando el señor Aubry se aproximó a él: Y bien, Juan, ¿en qué piensas?

Por motivos políticos. Explíqueme usted cómo se realizó ese cambio de relaciones. En dos años no se habían visto ustedes más que dos veces. ¿La dijo a usted en una u otra alguna palabra de amor? Ninguna. ¿Y usted? Yo le amé desde el primer día que acudió a socorrerme. Por más que la joven trataba de dominarse, su voz revelaba una secreta turbación. Entonces, ¿fue usted la primera en hablar? No.

Con un violento esfuerzo, trató de dominarse, de recobrar su sangre fría, y consultando el alfabeto, deletreó letra por letra: «Señorita, el hombre con quien va usted a casarse es mi esposo ante la ley inglesa y el padre de mi hijo, que muy pronto no tendrá tampoco madre. Juana Dodson...» ¡Había leído bien! Esta vez la pluma se cayó al suelo. ¿Era verdad? ¿Era posible?

Yo no le amo fue lo primero que pudo decir después que consiguió dominarse. Ya no pensaba en su locura, pensaba en defender su secreto. Pero anoche... hoy... no a qué hora... ¿qué hubo? Bailé con él.... Fue Quintanar... lo mandó Quintanar.... ¡Disculpas no, Ana! eso no es confesar. Ana miró en torno.... Aquello no era la capilla, a Dios gracias. Este sofisma de hipócrita era en ella candoroso.

Sólo la interesada reflexionaba sobre su propia situación, y a pesar de la atracción de que se sentía poseída, procuraba dominarse, ver claro y leer en el corazón de aquel hombre.

Doña Blanca, no bien entró su hija, supo dominarse y recobrar su calma habitual. Un poco más tarde vino el benigno D. Valentín, y todos fueron á comer como si tal cosa. El P. Jacinto echó la bendición al empezar la comida, y rezó al sentarse y al levantarse. Ya de sobremesa, tuvo efecto la grata sorpresa de la corza. Clarita la halló encantadora.

Probó a leer, pero la hoja temblaba en sus manos. Ante su impotencia para dominarse, estuvo indeciso entre el deseo de marcharse para no ver a los novios, y el temor de parecer ridículo abandonando el salón porque ellos estaban allí. La entrada de la señora Aubry y de Jaime lo sacó de apuro.

No podían hablarse sin reticencias y se veían obligados á reflexionar, antes de emprender una conversación, á fin de asegurarse de que no había de descarrilar del asunto principal, en desenvolvimientos peligrosos. Ocupados incesantemente en dominarse, afectaban una tranquilidad que estaba muy lejos de sus espíritus.

Pero a lo mejor cambia el viento y vuelve a ser la misma chica alegre y bulliciosa de siempre. Claro está que desde que es religiosa ha mudado mucho; se conoce que la pobre procura dominarse. Pero como, según dicen, genio y figura hasta la sepultura, cierto modo de hablar desenvuelto y alegre, que a usted le habrá sorprendido en una monja, no ha podido reformarlo.

Palabra del Dia

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