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Actualizado: 28 de junio de 2025


Basilio procuró dominarse. ¿Muchos complicados? repitió tratando de leer algo en las miradas de los demás; y ¿quiénes...? ¡Estudiantes, la mar de estudiantes! Basilio no creyó prudente preguntar más temiendo venderse, y pretestando la visita de sus enfermos, se alejó del grupo.

No tuvo tiempo más que para echarse hacia atrás y llevar una mano a la cara. Quedóle la duda de si la habían reconocido. Raimundo, a costa de grandes esfuerzos, había conseguido dominarse, pero sólo a medias. Clementina hacía lo posible por distraerle. Le hablaba, como una buena amiga, de asuntos indiferentes, de sus conocidos, dando por supuesto que seguiría frecuentando su casa.

Para dominarse había hecho el siguiente raciocinio: Según todas las apariencias, el plan de los asesinos ha fracasado; la reina ha comido muy poco, y es ya viejo aquello de que: poco veneno ni mata ni daña... podrá suceder que á la reina... pero en fin... ¿y qué me importa á la reina? ¿qué favores la debo? he cumplido con lo que Dios me manda, procurando evitar el crimen.

Sin esfuerzo ninguno de su voluntad para impedirlo, y sin poder dominarse, lanzó un grito agudo penetrante, que fué repercutiendo de casa en casa, y que devolvieron las colinas lejanas, como si una comparsa de espíritus malignos, conociendo cuanto horror y miseria encerraba aquel grito, se hubiera divertido en hacer rebotar el sonido de un lado á otro.

Dijo al oído a su mujer el prurito que sentía de ser generoso y doña Encarnación tuvo que dominarse para no arañarle. La generosidad triunfó, a pesar de todo, en el corazón del tendero murciano. Juanita dijo , yo te doy dos mil reales para que te merques un hermoso brazalete de oro, diamantes y perlas. Al hablar así, don Ramón devolvió a Juanita el pagaré que ella había firmado.

Vió hombres clavados por el vientre en el extremo de un fusil, mientras una punta enrojecida asomaba por sus riñones; culatas en alto cayendo como martillos; adversarios que se abrazaban rodando por el suelo, pretendiendo dominarse con patadas y mordiscos.

Los ojos de Sorege aparecieron chispeantes y sus labios temblaron, como si fuese á dejarse llevar á alguna declaración imprudente. Pero logró dominarse, dió tres pasos para dejar á Tragomer y volviendo en seguida hacia él, le dijo: ¡Cada cual es dueño de su destino, Tragomer! Si el desgraciado Jacobo estuviese aquí, él mismo te lo atestiguaría.

Ana tomó la resolución repentina de dominarse, de tratar a don Álvaro como a todos, sin reservas sospechosas, pensando que en rigor nada había, ni podía, ni debía haber entre los dos.

Al volver a casa por la noche, se puso a pensar en las negras, en su cuerpo color de betún, cubierto de sebo, y le parecieron repulsivas. Al imaginarse que abrazaba a una, sintió náuseas y le dieron ganas de llorar y de escribirle a su madre, residente en provincias, que acudiera inmediatamente como si un grave peligro le amenazase. Al cabo logró dominarse.

Y, sin embargo, no pudo dominarse lo bastante hasta renunciar por completo á la poesía dramática sin salir del campo de la literatura, en que había ganado inmortales laureles.

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