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Actualizado: 18 de mayo de 2025
La joven le leyó, se dominó, se puso pálida, y miró con una elocuente ansiedad á la reina. Sí, sí; ve amiga mía dijo la reina ; pero no te olvides de decir á doña Juana que la espero para volverme á mi cámara. Doña Clara se arrojó á los pies de la reina, y la cubrió las manos de besos y lágrimas. Luego se levantó y dió á correr, como una loca, hacia sus habitaciones.
Valerosos capitanes de escritorio, poetas de la aritmética, con el atrevimiento de los conquistadores, pusiéronse al frente de estos ejércitos de soldados anónimos a los que no conocerán nunca... Y en ochenta años han hecho suyo el mundo, como no lo dominó ningún ambicioso ilustre. Maltrana hablaba con tono oratorio del gran milagro del dinero moderno.
Una oleada cortó el hilo de mi curiosidad; las demás palabras del diálogo se confundieron con las repetidas voces de: ¿me conoces? te conozco, etcétera, etc. ¿Pues no parecía estrella mía haber traído esta noche un dominó igual al de todos los amantes, más feliz, por cierto, que Quevedo, que se parecía de noche a cuantos esperaban para pegarles? ¡Chis! ¡chis!
La parte perversa de mi individuo me dominó un instante; en un instante también supe acallarla, acorralándola en el fondo de mi ser. ¿Podrán todos decir lo mismo?
En vano el duque quiso ocultar su turbación, producida por la sagacidad del tío Manolillo; sin embargo, se dominó y dijo riendo: ¡Bah! ¿y qué les importa ni á la condesa de Lemos, ni á la duquesa de Gandía que Quevedo sea preso ó no? ¿Qué si les importa? Voy á revelarte dos secretos. ¿Dos secretos más?
Conocí el dominó; pero esta noche es imposible; Paquita está ahí; mas el marido se ha empeñado en venir; no sabemos por dónde diantres ha encontrado billetes. ¡Lástima grande! ¡mira tú qué ocasión! Te hemos visto, y no atreviéndose a hablarte ella misma, me envía para decirte que mañana sin falta os veréis en la Sartén... Dominó encarnado y lazos blancos... Bien. ¿Estás? No faltaré.
Hay que tomar fuerzas para poder velar y trabajar y atender a todo... Yo tampoco tengo ganas; pero me domino, hija, y como por obligación, porque es preciso». Poco después recibió nuestra amiga una esquelita de Milagros en que le decía que todo se había arreglado al fin satisfactoriamente, y que la esperaba por la noche. La carta respiraba alegría y satisfacción.
Y cuando se tiene buen fondo como ese joven, es cosa fácil. ¡Ah! Pero usted me dijo que estuvo en el pueblo de donde es ese joven, ¿No estaba él allí entonces? Clara, que no tenía costumbre de mentir, se vió muy apurada con aquella pregunta; pero evocando toda la poca malignidad de su carácter, se dominó y mintió otra vez diciendo: No, no estaba.
No dominó su voz en el Senado, Ni fué su lote ruinas y despojos, Ni leyeron su fin predestinado De una nacion en los inquietos ojos. Pero si el crímen no marcó sus pasos, Si al sólio entre matanzas no se alzaron, Ellos al mundo con impíos brazos De la piedad las puertas no cerraron.
El corazón de Eppie se oprimía al pensar que su padre estaba afligido. Estaba a punto de inclinarse para hablarle, cuando una angustia violenta dominó por fin todas las que luchaban en el alma de Silas. Entonces dijo con voz débil: Eppie, hija mía, hablad. Yo no quiero impedir vuestra felicidad. Dad las gracias al señor y a la señora Cass.
Palabra del Dia
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