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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Un día, o mejor dicho, una noche, fue a un baile de máscaras a esta sala de la Opera, en la que jamás entraba sin que le latiera el corazón, como si quisiera reventársele en el pecho. La puerta del palco estaba abierta, y en él, envuelta en un elegante dominó, veíase a una mujer; estaba sola, y parecía abismada en profundas reflexiones.
No lejos de ellos, y por cierto molestándolos a veces no poco, había dos o tres grupos de alborotadores, y a lo lejos se oía el antipático estrépito del dominó, que habían desterrado de su sala los venerables. Los del dominó eran siempre los mismos: un catedrático, dos ingenieros civiles y un magistrado. Reían y gritaban mucho; se insultaban, pero siempre en broma.
Hoy hemos dicho que apenas se concibe un barco de vela; sin embargo, nuestro convencimiento en contrario era tan perfecto, como que el día diez y seis sólo habíamos andado doce millas. ¡Y nos faltaban ciento veinte! Indudablemente los barcos de vela quedarán relegados únicamente para el uso de los pescadores de caña y los jugadores al dominó.
Los viajeros, divididos en grupos sobre el puente del vapor, contentos y comunicativos, como todo el mundo en un vapor cuando no se sufre el mareo, jugaban ajedrez ó dominó, contaban anécdotas de viajes, ó hablaban con interés de los sucesos de Italia donde la guerra había comenzado.
Un grito penetrante se le escapó a la pobre viuda; pero se dominó en seguida y estalló en una carcajada. ¿Y ese grito? murmuró la condesa estupefacta. Es de alegría, señora, de alegría dijo Marta . Ahora me podré casar, vos seréis libre y feliz, estaréis libre de todo pesar. ¡Ah, qué satisfecha estoy! Menos por mí que por vos, que sois mi buena y generosa señora.
A eso de la una, Ballester se fue a su botica y los dos Josés a la casa de la Cava. Era domingo y ninguno de los dos tenía ocupaciones. Izquierdo mandó a Encarnación por una grande de cerveza, y sacando de una caja muy sucia el juego de dominó, extendió y mezcló las fichas para empezar una partidita.
Sigues como antes. No ves más que la sopa en el plato manifestó el tío sonriendo con lástima. El café de la Marina hervía ya de gente. El rumor de las conversaciones y disputas, el campaneo de las copas, el choque de las fichas de dominó contra el mármol de las mesas, formaba un ruido ensordecedor.
Ni una cosa ni otra estan en mi arbitrio, pero si tu quieres jurar una ciega obediencia a mis voluntades y someterte a mis ordenes, podre serte util en el cumplimiento de tus deseos. iYo jurar! iyo obedecer! ?y a quien? a los espiritus que domino. iYo venir a ser el esclavo de los que me reconocen por su senor!... iJamas!
España dominó las Islas Filipinas por más de Tres siglos y medio, durante los cuales, abusos de la frailocracia y de la Administración acabaron con la paciencia de los naturales, obligándoles en los días 26 al 31 de Agosto de 1896, á sacudir tan pesado yugo, iniciando la revolución las provincias de Manila y Cavite.
Pasada la primera impresión de las noticias, lo que dominó en el espíritu de la joven fue la vergüenza de que Joaquín, tan admirador de ella, la viese mal vestida. Había estado dos horas arreglándose para disimular su mala facha.
Palabra del Dia
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