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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Las calamidades de la revolución, los peligros de la proscripción y de la guerra, las agitaciones siempre renacientes de una vida incierta y móvil, las pérdidas múltiples, vivas y dolorosas, todo esto, sin duda, ha podido imprimir a mi organización, a mi carácter, al movimiento de mis pensamientos, a la dirección de mis expresiones, yo no sé qué algo de singular, de inusitado, de raro, esa especie de exageración, en fin, de la cual tú censuras con tanta razón las desviaciones; pero, en realidad, yo no necesitaba más que entregarme a la naturaleza y a mí mismo, encontrarme libre de todas las impresiones extrañas que fatigaban mi corazón, volver al reposo delicioso de la soledad y al círculo de los deberes fáciles, para renovarme.
Consagrado á su ocupación, espera y espera hasta sin esperanza. Yo conocía un pescador á quien la desgracia le perseguía por todas partes. Jamás caía en su anzuelo una trucha ni una tenca; sus dolorosas experiencias negativas le hacían afirmar que la captura de un pez era cosa imposible y que todas las historias de pesca, prodigiosas ó no, eran invenciones novelescas.
¡Desgraciado muchacho! me dijo en tono de dulce compasión . La vida consiste en mil mudanzas dolorosas, y el que confía en la perpetuidad de los sentimientos que le halagan, es como el iluso que viendo las nubes en el horizonte, las cree montañas, hasta que un rayo de luz las desfigura o un soplo de viento las desbarata. Hace dos años, mi hija y tú erais dos niños desvalidos y abandonados.
Los dos ancianos que se habían retirado a su dormitorio para recuperar las fuerzas después de las horas dolorosas de la mañana, se levantaron espantados. Llamaron a los sirvientes; pero éstos habían volado a hacer que la ciudad no quedara por más tiempo privada de las últimas noticias del triste acontecimiento. Sube tú dijo a su marido la mujer, tan resuelta de ordinario.
Se murió de unas fiebres enemigas, que le empezaron con grandes aturdimientos de cabeza, y unas visiones dolorosas y tenaces que él mismo describía en su cama revuelta, de delirante, con palabras fogosas y desencajadas, que parecían una caja de joyas rotas; y sobre todo, una visión que tenía siempre delante de los ojos, y creía que se le venía encima, y le echaba un aire encendido en la frente, y se iba de mal humor, y se volvía a él de lejos, llamándole con muchos brazos: la visión de una palma en llamas.
Sirva la angustia sincera de mi corazón como plegaria por este cofrade, que ya no volverá a recitarme sus sonetos en la alta noche, cuando ambos ambulábamos por las calles como dos sombras de un mundo absurdo de sueños de arte y de dolorosas tragicomedias. Glosario pintoresco POCOS escritores se alegrarán como yo de los faustos sucesos que le acaezcan al poeta Villaespesa.
Pero estas dolorosas alternativas cesaron por la tarde, y a la hora en que fue unánime la idea de que si no trasbordábamos pereceríamos todos en el buque, que ya tenía quince pies de agua en la bodega. Iriartea y Cisneros recibieron aquella noticia con calma y serenidad, demostrando que no hallaban gran diferencia entre morir en la casa propia o ser prisioneros en la extraña.
El molino se hizo, y mis feligreses comen hoy pan de trigo y de maíz. De esta manera he logrado abolir para siempre esa horrible tortura que se imponían las pobres mujeres, moliendo el maíz en la piedra que se llama metate; tortura que las fatiga durante la mayor parte del día, robándoles muchas horas que podían consagrar a otros trabajos, y ocasionándoles muchas veces enfermedades dolorosas....
Y las miradas dolorosas, los gestos de desagrado, parecían decir con un silencio de protesta: «Esto no es lo convenido». Los niños se aglomeraban en el balconaje subidos en sillas y bancos para ver la llegada de las olas. La superficie triangular del castillo de proa subía y bajaba al tropezarse con las arrugas azules e inmensas que venían a su encuentro.
Entonces las jóvenes del verdadero y genuino temperamento aristocrático se comunicaban, no sé en qué forma, sus impresiones dolorosas, y una tarde, cuando menos se pensaba, enderezaban el paso, arrastradas por altos sentimientos, al camino abandonado, donde permanecían hasta que de nuevo se veían molestadas y tornaban a ejecutar graciosamente la idéntica maniobra.
Palabra del Dia
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