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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
1.º Está indicada en varias afecciones dolorosas, neurálgicas, hasta con caquexia desarrollada en el curso de la dolencia ó despues de tratamientos por grandes dósis, sean cualesquiera los medicamentos empleados: estas dósis dejan en pos de sí un eretismo que reconoce por causa una discrasia, que podriamos llamar medicamentosa; se observan dolores profundos, vivos, rápidos, osteócopos y otras neuropatías que afectan simultáneamente la sensibilidad y la contractilidad, lo cual ocurre con preferencia en los tratamientos mercuriales, yódicos, alcalinos, arsenicales, capaces de modificar la constitucion del sugeto, de producir obstrucciones é infiltraciones en los órganos internos.
A aquella hora estaba desierto: la muchedumbre emigrante se aglomeraba en los sollados. Vio Fernando en el rojo cuadro de una puerta del castillo de proa agitarse varias siluetas con furiosos manoteos; le pareció escuchar muy lejos voces dolorosas, un ruido de disputa. La curiosidad y el deseo de entretenerse con algo le impulsaron a descender hasta el combés.
Por sus risas y cuchicheos comprendí que durante todo el día se habían divertido con los embustes de aquel buen señor, quien no ponía freno a su voluble lengua, ni aun en las circunstancias más críticas y dolorosas. El cirujano dijo que convenía dejar reposar al herido, y no sostener en su presencia conversación alguna, sobre todo si ésta se refería al pasado desastre.
La pobreza ya había impreso su marca indeleble en su dulce rostro, y su belleza empezaba a marchitarse bajo el peso de los sufrimientos, decepciones y viajes errantes, cuando tan felizmente la descubrimos y nos fue posible arrancarla de esa vida de privaciones, dolorosas caminatas y fatigas, a través de interminables caminos.
No quiero creer todo lo qué se me dijo por algunas personas; y sinembargo llevé de Cádiz, bajo ese aspecto, dolorosas impresiones.... Mucho podría decir sobre lo que he observado en las grandes ciudades españolas; pero el asunto es repugnante y escabroso, y el mundo colombiano, por fortuna, no conoce ciertas cosas que es mejor que ignore siempre.
Su conversación y charla vacías le eran dolorosas. Ciertas palabras, cazadas al vuelo, resonaban en su corazón como golpes de martillo.
Recordé cosas y sucesos pasados; evoqué memorias dolorosas de la niñez, pesares y amarguras infantiles; los tristes días de colegio, las melancolías del primer amor. Uno a uno desfilaron delante de mí parientes cariñosos, fieles servidores, amigos nunca olvidados.
Yo tuve que prestar auxilio en una faena tristísima, cual era la de transportar heridos a la bodega, donde estaba la enfermería. Algunos morían antes de llegar a ella, y otros tenían que sufrir dolorosas operaciones antes de poder reposar un momento su cuerpo fatigado.
Empezó á desesperarse... ¡Ay! No encontrarían nunca la sepultura de Julio. Los padres también la buscaron por su lado. Inclinaban sus cabezas dolorosas ante todas las cruces; hundían muchas veces los pies en el montículo largo y estrecho que parecía marcar el bulto del cadáver. Leían los nombres... ¡Tampoco estaba allí! Y seguían adelante por el rudo camino de esperanzas y desalientos.
Hacia el palacio de Quiñones enderezó, pues, sus menudos y graciosos pasos. Era la hora del oscurecer. Halló a la señora sentada en su gabinete, sin luz, entregada sin duda a una de esas intensas y dolorosas meditaciones que desde hacía algún tiempo la embargaban.
Palabra del Dia
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