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Actualizado: 24 de junio de 2025


¡Vaya una desgracia! «Para tomar mujer no se reniega de la madre», decía Napoleón; se puede muy bien ser buen marido y buen soldado. ¿Verdad, tía Liette? ¡Anda! ahora llamo a usted también yo tía Liette... Dispénseme usted, señorita, y permítame darle un beso sin embargo...

¡Ah! perdone usted la dije, me he equivocado... buscaba... dispénseme usted... a los pies de usted. ¡Buscaba usted a Amparo! me dijo. ... en efecto, una joven... Que encontró usted hace seis años a media noche en la calle... Y los ojos de la joven se llenaron de lágrimas... ¡Amparo! exclamé, reconociéndola al fin.

Observa dijo éste bajando la voz y señalando al coronel que hay personas delante... Dispénseme V., coronel manifestó la señora sofocada aún por la ira; pero no lo puedo remediar... ¡Este hijo con sus cochinerías me quita la vida! El hijo, en tanto, daba tales gritos, que no diré en la cocina, sino en toda la vecindad debieran oírse perfectamente.

Sin duda ha estado usted enfermo, porque hace quince días que no sabemos de usted. Dispénseme usted, señorita, pero no he estado enfermo. ¡Ah! exclamó Clementina con severidad amenazadora. Entonces habrá usted estado ausente. No, señorita; he estado en Montretout.... ¿Tan cerca?, dijo expresando una áspera ironía. Entonces, ¿qué le ha impedido á usted venir?

«¡Oh!, ; me acuerdo perfectamente... Anteayer me los eché en el portamonedas para traérselos a usted... dispénseme... pero antes de salir de casa, se presentó el cobrador de la Congregación con el recibo de mi cuota para la función de ayer y... hija de mi alma, no tuve más remedio que aflojar... Por cierto que ayer la vi a usted en la iglesia, y sentí que no estuviera a mi lado para hacerle observar algunas cosas.

Por sus ojos pasó entonces un relámpago de alegría y observé que se mordió los labios fuertemente, volviendo al mismo tiempo la cabeza. ¿Qué? ¿Le hace a usted gracia el nombre de mi pueblo, verdad? le pregunté, comprendiendo lo que pasaba en su interior. Pues , señor... dispénseme usted... me hace muchísima gracia repuso, tratando de reprimir en vano las carcajadas que fluían a su boca.

¡Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja! seguía exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huéspeda. ¡Canalla, más que canalla! Señor Osuna, dispénseme usted... Yo lo creía así dijo el sacerdote. Bueno, bueno. Ya se arreglará esa cuestión en Peñascosa profirió D. Martín con su energía característica. Ahora, ¡largo de aquí!... ¡largo!

Sofía exclamó: ¡Su prometida! ¿Así estamos ya? ¡Se va a divertir esa joven en la vida conyugal si ya sospecha usted de ella!... ¡Qué chistosos son los hombres! No me haga usted responsable de sus chifladuras, querido. Dispénseme usted que insista, señora.

JESSY. ¡Dispénseme usted, maestro...! El exclamó: «¡Qué piernas tan bonitas tienes...! Con unas piernas semejantes, ¿no se te ocurrió nunca hacerte del teatro...?» TALMA. ¿Y usted se negó...?

¡Pero, hombre de Dios! ¿Sabe V. por ventura obstetricia? ¡A qué me importa la obstetricia! Lo que le a V. decir, es que una mujer puede concebir de un animal, y que está probado. ¡Cómo ha de estar probado semejante disparate! Dispénseme V., D. Agustín, dispénseme V.; no es un disparate, ni mucho menos. Hay un médico alemán llamado Grotte... No conozco semejante médico.

Palabra del Dia

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