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Actualizado: 21 de junio de 2025


El sistemático por el contrario nunca pierde de vista los principios que se ha figurado, y no siendo estos naturales, tampoco son conformes á lo natural sus raciocinios. En mi discurso sobre el Mecanismo se puede ver explicado esto con muchos exemplos.

Esto con alguna mas extension lo he manifestado contra los Materialistas en mi Discurso sobre el Mechânismo. La impresion de los objetos sensibles hace variar las imaginaciones.

Después de algunas frases que entre ambos mediaron, Arturito empezó a dar sentidas quejas de recibimiento tan frío. Ella entonces, con el incontrastable imperio que tenía sobre él, le cortó la palabra, y sobre poco más o menos, pronunció las siguientes, que casi podemos calificar de discurso: Días ha, mi querido Arturito, que tengo la conciencia muy escrupulosa y atribulada.

Pues bien, De-Hinchú, mirando casualmente la galera, después de revisado el discurso, vio el nombre de su principal perseguidor, y como es natural, imaginó que era de él la frase que se transcribía.

Quiso hablar la enferma, y, al parecer, hasta pronunciar un discurso, porque procuró incorporarse, y extendió los brazos; pero el esfuerzo le produjo náuseas, y Bonis, sin tiempo para retirarse un poco, corrió la misma borrasca de que se estaba secando el tío. Körner, discretamente, retrocedió un paso.

Su voz sonora regalaría el oído si su palabra no fuera un compuesto atronador de todas las maneras posibles de reír, de todas las maneras posibles de increpar, de los tonos del enfático discurso y del plañidero sermón.

No trataba V. de ella únicamente; bien reciente es el discurso en que hablaba V. en general y de la manera mas absoluta, solo que arrojado de una trinchera se refugia V. en la otra. Pero vamos á la igualdad social. Esto significará que en la sociedad todos hemos de ser iguales. Ahora pregunto, ¿en qué? ¿en autoridad? Entónces no habrá gobierno posible. ¿En bienes?

El capitán elevó su copa, dando por terminado el discurso y los que le comprendían pusiéronse de pie, hombres y mujeres, instantáneamente, alzando también sus copas. «¡Hoch!», gritó Neptuno; y todos contestaron lo mismo, con una regularidad mecánica, como el grito de un regimiento que responde a la voz de su coronel. «¡Hoch!», volvió a decir; pero esta vez, amaestrados por el ejemplo, contestaron los pasajeros en masa con un alborozo discordante; y el tercer «¡Hochfue un cacareo general, repitiendo muchos con delectación la palabra, por lo mismo que ignoraban su significado.

Dejemos pasar un largo y correcto discurso de M. Doncet, que el anciano lee en voz tan baja, que es penoso alcanzarla. Un gran movimiento se hace, el silencio se restablece y una voz fuerte, ligeramente áspera, empieza así: «Hay un día en el año, señores, en que la virtud es recompensada». Es M. Renán quien habla. Un vago enjambre de recuerdos vienen a mi memoria y agitan mi corazón.

Lo que estoy es ridículo espetándole á usted un discurso sobre el dúo de una ópera repuso él sonriendo y calmándose repentinamente. Nada de eso; habla usted perfectamente, y sobre todo, el calor con que se expresa prueba que tiene usted un corazón sensible. Lo cual es una desgracia, condesa. No lo crea usted. Aunque se sufra mucho, vale más sentir que no sentir.

Palabra del Dia

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