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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


Gelcich, director de la escuela náutica de Lusinpíccolo, estima ahora con más justicia sus excelentes dotes de piloto, dotes que resaltan en el Diario de navegación que nos sirve de prueba; mas los hechos demuestran al mismo tiempo que ni excedía mucho en conocimiento y menos en práctica á los compañeros que con él carteaban, ni había de serle fácil desatinar á pilotos tales como los Pinzones, La Cosa, Pero Niño y tantos más como fueron explorando el Nuevo Mundo á pasar de las precauciones que autoritariamente tomó recogiéndoles las cartas, derroteros, vistas y descripciones que hacían, por quedar único señor del camino, pues llegó el extremo, que él mismo lamentaba, de haberse hecho descubridores hasta los sastres castellanos.

¡Mira, mira, majaderillo, lo que me dice el director! exclamó lleno de cólera. ¿Es esta manera de portarse? ¿Qué dirá tu padre cuando venga y lo sepa? ¿Para eso procuro yo que te diviertas?... El fuerte de tío Manolo no era la lógica: porque procurar que se divierta un chico no es procurar que estudie.

En una loa de este poeta, por ejemplo, el director Roque de Figueroa pasa revista á todos los individuos de su compañía, caracterizando en particular á cada uno; á la conclusión se presentan también el apuntador, el sastre, el recaudador y los mozos del teatro, saliendo, por último, hasta los cofres y vestuarios de toda la compañía para hacer al público su respetuoso saludo.

Mientras duraba el vapuleo, Petra lo contemplaba riendo, ¡que a tal grado de fiereza llevó su despego! Molido, deshecho y ensangrentado bajó nuestro Miguel, y al verlo en tal estado diose parte al director.

En el primer número se mostró tan agresivo, tan insolente con el periódico de la capital, que éste, sorprendido e indignado, contestó que ciertas frases del Faro no merecían sino el desprecio. En su consecuencia, don Rosendo comisionó a sus amigos Alvaro Peña y Sinforoso Suárez «para que fueran a entenderse» con el director del Porvenir. Se trasladaron a Lancia y regresaron el mismo día.

Su tío Manolo venía también a verle; pero era muy caprichoso y desigual en sus visitas; le daba una temporada por ir casi diariamente y sacarle a menudo a paseo, violentando para ello la voluntad del director y las prácticas del establecimiento; después se pasaba dos o tres meses sin parecer por el colegio.

El director se había encerrado en su cuarto; el capellán había desaparecido; algunos aseguraban que estaba metido entre colchones con un canguelo que no le llegaba la camisa al cuerpo. Reinaba dulce indisciplina en el colegio. En esto, a y a otros dos compañeros nos vino la idea de fugarnos y marchar a ponernos a las órdenes de D. León.

Ambos vacíos tienen sus acerbos detractores, y unos u otros se han de ensangrentar en el triste Fígaro. ¡Oh qué placer el de ser redactor! ¡Bueno! Traduciré noticias; al trabajo; corto mi pluma, desenvuelvo el inmenso papel extranjero; aquí van tres columnas. ¿Tres columnas he dicho? Al día siguiente las busco en la Revista, pero inútilmente. ¡Señor director! ¿qué se hicieron mis columnas?

Estoy avanzando en Rusia, en Servia y en Rumania debió de decirle a su director . He echado de todas partes al crítico de la Corres, y creo que esto bien vale los doscientos duros...

En estos días ha corrido por París la noticia absurda y grotesca de que Eleonora Duse, que desde hace mucho tiempo vive retirada en Florencia, se casaba con un opulento modisto de la Ciudad-Sol. Indignada la ilustre actriz, escribe al director de una revista francesa: «Vivo muy alejada de todo y no doy motivos á la prensa para que se ocupe de .

Palabra del Dia

vengado

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