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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


El P. Narciso era, como ya sabemos, el director espiritual y el ídolo del sexo femenino de Peñascosa.

Jacobi, ingeniero alemán, director de la explotación, hombre letrado y no poco bromista, comenzó á llamarle Plutón por haber nacido debajo de tierra, y Plutón le quedó.

El director procuró escurrir el bulto, le dio algunos quiebros con maestría y varios pases, pero al fin fue cogido en la misma cuna; quiero decir, que el joven le convidó un día a almorzar, le llevó engolosinado ofreciéndole la perspectiva de unas cuantas docenas de ostras empapadas en Sauterne, y como postre le descerrajó el drama a quema ropa. El drama era efectivamente un tiro.

Un alto estante repleto de papeles y libros rayados indicaba que aquel buen señor de pluma y suma ayudaba al Director, cuya mesa no distaba mucho, en la difícil administración del Establecimiento. Era el tipo del funcionario antiguo, del ya fenecido covachuelista, conservado allí cual muestra del metódico, rutinario y honradísimo personal de nuestra primitiva burocracia.

No fue esto lo peor, sino que, previa consulta del mismo director espiritual, D. Diego había hecho antes subrepticiamente muchas enajenaciones inter vivos, a que, muy a su pesar, le obligó el miedo al escándalo, que era su gran virtud, según se ha dicho.

El todo de la obra es de buen gusto, por sus bellas proporciones, pero en lo que mas resalta este es en la atinada alternativa y variada combinación de los vanos, en lo cual parece que fijó mas la atención el Director de la obra D. Hermenegildo Lopez.

Al fin, tras un desesperado esfuerzo de voluntad, pudo decir a media voz: «Mis hijos..., la marquesa...». Y calló para siempre. Médico y aprendiz observaron con la atención y la frialdad de la ciencia aquel caso de tránsito, y después se fueron a extender el parte. Acercose a ellos el Director, manifestándoles con más lástima que alarma la presencia en la casa de una hija del muerto.

La amplitud de su escalera da acceso á una dilatada caída, que termina en una bonita azotea con vistas al Banajao. La construcción de los dos salones que á derecha é izquierda tiene la galería, revelan la arquitectura moderna, y descubren en el director de la obra un gusto nada común.

Obligaría a un director de teatro a que la contratase, interesándose en su empresa con unos cuantos miles de francos; pagaría a los críticos.

Carlota, acercándose a Rivera, le preguntó al fin en voz baja y temblorosa: ¿Ha hecho resistencia? Nada. Queda muy contento. Tranquilízate. El director nos ha asegurado que no tardará mucho tiempo en volver sano a su casa. Mario se había quedado atrás y contemplaba abstraído la puesta del sol. El cielo estaba azul. Sus profundidades se extendían sin nubes sobre su cabeza.

Palabra del Dia

vengado

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