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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


Al año y medio cayó su partido y le dejaron cesante, pero él no se había dormido ni descuidado y había aprovechado tan bien el tiempo, que pudo volver y volvió, con no despreciables ahorros. Así podía esperar y esperaba sin sobrada angustia la vuelta al poder de su partido, para que le hiciese Director general, Ministro y quién sabe si Conde. Sus esperanzas eran grandes.

Yo no he de buscar remedio peor que la enfermedad; pero hay una persona que le busca, y es menester oponerse á toda costa á que le halle. Sería una abominación sobre otra abominación. ¿Y quién es esa persona? dijo el padre. Mi cómplice, contestó el Comendador. ¿Y quién es tu cómplice? V. la conoce. V. es su director espiritual. V. debe tener grande influjo sobre ella.

El Milord había sido capataz de las minas de una compañía inglesa, logrando interesar al ingeniero director en fuerza de excederse en la vigilancia del trabajo y no dejar descanso á los peones de sol á sol. La protección del jefe lo elevó á contratista, colocándole en el camino de la riqueza, y, no sabiendo cómo mostrar su gratitud al inglés, había abrazado el protestantismo.

Sin duda el P. Atanasio, que era su director espiritual, y, según hemos dicho, grave y severísimo, la amonestó o la reprendió, ora por el peligro a que se exponía o por la ocasión que daba a que la censurasen, si no había pecado, ora por el pecado mismo si, dejándose ella caer en la tentación, había cometido alguno.

El estanco del tabaco rinde diecinueve, según manifestó recientemente el director de la Compañía Arrendataria, D. Eleuterio Delgado. Aunque no se comprende por qué, el Sr. Merchán se los aplica también á Cuba y ya tenemos que Cuba nos produce treinta y tres millones.

El amo no se diferenciaba de Fermín en más de media docena de años; también lo había visto él correr como un muchacho por la viña en tiempos del difunto don Pablo; pero ahora era el jefe de la familia, el director de la casa, y él entendía la autoridad a uso antiguo, ceñuda e indiscutible como la de Dios, con gritos y arrebatos de cólera, apenas adivinaba la más ligera desobediencia.

Rivera para aquí, Rivera para allí, Rivera esto, Rivera lo otro, en todas partes hacía falta y para todo se le consultaba. ¡Cómo no, si sabía casi tanta música como la intendenta y poseía una voz aceptable de tenor! Así que de hecho él era el director de la fiesta, por más que aquella lo fuese de derecho. Se iba a cantar un acto de la Lucía, de Donizetti, y otro del Coradino, de Rossini.

D. Pedro Viguera, Tesorero de esta Real Audiencia, el Sr. D. Juan Andres de Arroyo, Contador mayor del Real Tribunal de cuentas, el Sr. Brigadier D. Bernardo Lecog, Sub-inspector y Director general del real cuerpo de ingenieros, el Sr. D. Joaquin Mosquera, Coronel retirado del mismo real cuerpo, el Sr. D. Eugenio Balbastro, vecino y de este comercio; el Sr.

¡Si al menos se cometiese otro crímen mañana ó pasado! decía. Y ante el pensamiento de aquel hijo muerto antes de impreso, capullos helados, y sintiendo que sus ojos se humedecían, se vistió para ver al director.

Encina debió poseer notables conocimientos en la música, pues fué nombrado director de la capilla papal por León X. En el año de 1519 acompañó al marqués de Tarifa á un viaje á la tierra santa, y celebró después esta peregrinación en una poesía, que publicó en Roma en el año de 1521, con el título de Tribagia.

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