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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


Ya mencionamos antes á las dos famosas actrices llamadas Amarilis y la divina Antandra. Estaba casada con el director de escena Manuel Vallejo, y representaba en su compañía.

Enemigo irreconciliable de éste era el capellán D. Juan Vigil, director espiritual de los alumnos, maestro de doctrina cristiana, y catedrático de latinidad y retórica y poética. Es persona tan notable desde varios puntos de vista, que de ella nos ocuparemos con alguna detención más adelante.

He recobrado indudablemente la razón. Al entrar un hombre con mi comida me ha mirado con asombro, y me ha llamado: «señor duque.» ¡Con que ha muerto mi pobre tío! ¡Con que es verdad lo que dice ese manuscrito! ¿Quién sabe? He preguntado acerca de mismo, acerca de mi tío, y nada ha sabido contestarme el director del establecimiento. Un día me trajeron aquí porque estaba enteramente loco.

No se pasaron muchas horas sin que dos caballeros, padrinos del director de La Monarquía, viniesen a exigir al de La Independencia una satisfacción personal. Mendoza, pálido y tembloroso, les contestó que él no era el autor del artículo, y les prometió que en el número del día siguiente saldría una rectificación.

Pero no se pasaron muchos días sin que el cielo vengara al pobre Manuel, dejando a Miguel en extremo complacido, y fue del modo siguiente: Salieron una tarde de paseo hacia la Moncloa todos los alumnos y profesores, y cuando hubieron llegado a sitio a propósito, mandó el director romper filas, y los chicos comenzaron, como ordinariamente, a recrearse acompañados por sus maestros.

Lleno de amor por el oficio y dotado de una gran fuerza de trabajo, reúne al espíritu de organización la habilidad práctica del hombre de negocios. Así, hablan de él sus compañeros como de un futuro director general.

La contra es que no tengo revólver... Me tiraré por el balcón... No, eso no; ¡me haría una tortilla!... Vamos, que el corazoncito me anuncia secretaría... Ánimo, chico, que hoy te va a sonreír la suerte». El director era hombre muy expeditivo, y sin hacerle sentar le dijo: «Amigo Rubín, usted es listo y me conviene usted...».

El director se cuidaba poco de él: decíase que tiraba de la oreja a Jorge en el casino, y tal vez fuese cierto: lo indudable era que las cosas casi nunca andaban bien, que más de cuatro veces faltó dinero en la caja para pagar al almacenista, y que a los profesores se les adeudaban casi siempre tres o cuatro meses de sueldo.

Para acabar de ponerle de mal humor, el tío Manolo recibió una carta del director del colegio noticiándole que Miguel se descuidaba mucho en sus estudios hacía ya algunos días. Esto ocasionó una muy fuerte desazón entre tío y sobrino.

D. Manuel José de Lavalle, Director General de la Real Renta de tabacos; el Sr. D. Miguel de Irigoyen, Caballero del Orden de Alcántara, y Teniente Coronel de caballeria; el Sr. D. Vicente Caudevilla, Contador interino de la Real Renta de tabacos; el Sr. D. Diego Herrera, Teniente Coronel urbano; el Sr. Dr. D. Gregorio Tagle, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr.

Palabra del Dia

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