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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Donna Olimpia era alta y bien formada, pero, más que esbelta, amplia y exuberante sin perder la gracia y el hechizo, como las ninfas y diosas que pintaba Tiziano Vecelli. Cuando pasaron los del grupo, Tiburcio prosiguió su arenga diciendo: Esta donna Olimpia es un prodigio singular. Se ignora la edad que tiene.
Sí, ya salió y saldrá siempre, porque veo en tu rostro la misma expresión dulce, grave, protectora que en las estatuas de las diosas; porque no hallo en el mundo ninguna mujer que se parezca a ti, y sobre todo, te comparo a ellas porque no tengo nada más hermoso a que compararte. Carlota sonrió y le tendió su mano por encima de la mesa.
En castellano, mejor es no leer la traducción que hay, que es de Hermosilla; porque las palabras de la Ilíada están allí, pero no el fuego, el movimiento, la majestad, la divinidad a veces, del poema en que parece que se ve amanecer el mundo, en que los hombres caen como los robles o como los pinos, en que el guerrero Ajax defiende a lanzazos su barco de los troyanos más valientes, en que Héctor de una pedrada echa abajo la puerta de una fortaleza, en que los dos caballos inmortales, Xantos y Balios, lloran de dolor cuando ven muerto a su amo Patroclo, y las diosas amigas, Juno y Minerva, vienen del cielo en un carro que de cada vuelta de rueda atraviesa tanto espacio como el que un hombre sentado en un monte ve, desde su silla de roca, hasta donde el ciclo se junta con el mar.
Sobre las consolas, reflejándose en los espejos azulados y profundos, mezclábanse figuras policromas de santos y péndolas del siglo XVII con figuras mitológicas. La bóveda del techo estaba pintada al fresco, con una asamblea de dioses y diosas sentados en nubes.
La verdad tal vez era buena en las otras cosas de la existencia, pero resultaba fatal para el amor. Era demasiado fuerte, demasiado cruda. El amor se asemejaba á ciertas mujeres, bellas como diosas á una luz artificial y discreta, horribles como monstruos bajo los resplandores quemantes del sol. Créeme: repele esas quimeras del pasado. ¿No te basta el presente?... ¿No eres feliz?
Notábanse allí sus amores con innumerable caterva de diosas, ninfas, princesas y zagalas, a cada una de las cuales se entregó y se unió todo el Dios, desdoblándose y multiplicándose en idéntica forma y substancia y sin dejar de ser nunca uno y el mismo, porque toda alma piadosa, encendida en amor divino, posee a Crishna por completo, como si Crishna y ella fuesen solos o absorbiesen en su unión cuanto es y cuanto puede ser en los tres mundos.
Y Poseidón distinguía entre todas á la nereida de la espuma, la blanca Anfitrita, que se negaba á aceptar su amor. Conocía al nuevo dios. Las costas estaban pobladas de cíclopes como Polifemo, de monstruos espantables, producto de sus copulaciones con diosas olímpicas y con simples mortales.
Todas estas preciosidades, unas tras otras, flotando sobre el verde espejo, adornadas de colores alegres y suaves, con una coquetería infantil que sólo ellas poseen, han preocupado á los hombres científicos, que para darles un nombre tuvieron que recurrir á las reinas de la Historia y á las diosas de la Mitología.
Dioses y diosas: la JUSTICIA los cree iguales; doblad, pues, la frente, y demos á HOMERO la trompa, á VIRGILIO la lira y á CERVANTES el lauro; mientras que la FAMA publicará por el mundo la sentencia del DESTINO, y el cantor APOLO entonará un himno al nuevo astro, que desde hoy brillará en el cielo de la gloria y ocupará un asiento en el templo de la inmortalidad.
El cura miró apenas estos tapices; pero lo bastante para notar que las diosas que se paseaban a través del boscaje llevaban trajes de una simplicidad demasiado antigua. Uno de los criados abrió de par en par la puerta del gran salón.
Palabra del Dia
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