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Actualizado: 16 de junio de 2025
Sus negros cabellos, colocados algo bajos como los de las diosas, hallábanse algo torcidos simplemente en un rodete que caía sobre su nuca. Su cabeza, un poco echada hacia atrás, a causa de su peso, enderezábase un poco rígida en una actitud algo altiva y triunfante.
Luego arrojó su corona riendo y agregó: Convenga usted en que soy buena. Convengo en ello y habría confesado además, si lo hubiera deseado, que no le faltaba su grano de coquetería; pero sin esto no sería mujer, y la perfección es odiosa: á las diosas mismas les era necesaria, para ser amadas, algo más que su inmortal belleza.
Me complazco en considerar á usted como una de aquellas diosas de mármol que habitaban en el seno de los bosques de la Grecia, comunicando su pensamiento augusto con la blanca luna que á la noche las visitaba. ¿Y sabe usted por qué me complazco?
Sobre todos los ensueños de mi juvenil imaginación ha venido a sobreponerse y entronizarse la realidad que en Vd. he visto: sobre todas mis ninfas, reinas y diosas, Vd. ha descollado; por cima de mis ideales creaciones, derribadas, rotas, deshechas por el amor divino, se levantó en mi alma la imagen fiel, la copia exactísima de la viva hermosura que adorna, que es la esencia de ese cuerpo y de esa alma.
Es mejor parecerse a una planta delicada que a un hombre malogrado repliquele. Pero mi tía creía firmemente que había sido una belleza y no soportaba bromas al respecto. He sido linda, señorita; tan linda que a mi y a mi hermana los vecinos nos llamaban unas diosas. ¿Su hermana se parecía a usted, mi tía? Mucho; éramos mellizas. ¡Qué desgraciado sería su marido! dije yo con tono convencido.
Las dos criadas, que entraron en pos de ella, colocaron también sobre la mesa blanco pan, anchas copas y sendos y grandes jarros. Señalándolos Teletusa con el dedo, habló así: Este es vino rancio y seco de Chipre, néctar exquisito, consagrado a Venus, cuya fue aquella isla, allá en las edades felices en que vivieron y reinaron las diosas entre los mortales.
Traducida del alemán por José P. Bances. Las diosas. Minerva. Traducida por M. Pedroso. Las diosas. Venus. Traducida por M. Pedroso. Los pobres. Traducida por M. Pedroso. El profesor Unrat. Traducida por José P. Bances. EMILIO CLERMONT. Laura. Traducida del francés por Luis Bello. ANDRES SUARES. Créssida. Traducida del francés por Bernardo G. de Candamo.
Detrás de JÚPITER y de JUNO se hallan HEBE y GANÍMEDES. Hacia el lado derecho de JÚPITER se halla la JUSTICIA, sentada en su trono, teniendo en las manos sus atributos. Los DIOSES y las DIOSAS y las ocho MUSAS mencionados.
La escasa erudición de Isidora no le permitía saber si aquellas señoras eran de la Mitología o de dónde eran; pero la circunstancia de hallarse algunas de ellas bastante ligeras de vestido le indujo a creer que eran Diosas o cosa tal. ¡Y qué bonito el armario de tallado roble, todo lleno de libros iguales, doraditos, que mostraban en la pureza de sus pieles rojas y negras no haber sido jamás leídos! «Pero ¿qué harán en los rincones aquellos dos señores flacos? ¡Ah!
En aquella prodigiosa selva de las epopeyas y tradiciones indostánicas, han germinado otras leyendas relativas á las montañas del Himalaya y todas nos las muestran viviendo con vida sublime, ya como diosas, ya como madres de continentes y pueblos.
Palabra del Dia
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