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Actualizado: 17 de julio de 2025


Si la religión era un freno para los apetitos y las violencias ¿por qué la criminalidad era más frecuente en los pueblos atrasados y devotos que en aquellos otros de mayor cultura? ¿Cómo era que los mayores crímenes de la historia habían coincidido con los períodos en que el entusiasmo religioso era más ardiente?

Esta costumbre extraña y aun ridícula a los ojos del artista, a los del cristiano es buena y piadosa. Pero a bien que la capilla del Cristo del Socorro no era un museo; jamás había atravesado un artista sus umbrales: allí no acudían más que sencillos devotos que sólo iban a rezar. Las dos paredes laterales estaban cubiertas de exvotos de arriba abajo.

Aquella tarde no hubo lectura, a pesar de los nuevos libros devotos que doña Inés había recibido. La agitación de la ilustre señora no le consentía leer ni tratar de nada que no estuviese en inmediata relación con el punto o que no fuese el punto mismo que la traía tan inquieta y azarada. Lo que hizo doña Inés fue extremarse con Juanita en demostraciones de cariño.

En las grandes fiestas marchaba al frente del cabildo Con capa pluvial y un bastón de plata tan alto como él, que hacía retemblar las losas con sus golpes, y durante la misa mayor y el coro de la tarde rondaba por las naves para evitar las irreverencias de los devotos y las distracciones de los empleados.

El concierto duró más de diez minutos. El cuervo, posado en el árbol seco, no se movía. Robin hubiera querido huir; rezaba, llamaba en su auxilio a todos los santos, y muy particularmente a su patrón, del que son muy devotos los pastores de la sierra. Pero los lobos continuaban aullando, y sus alaridos eran repetidos por los ecos del Blutfeld.

Ya esa es harina de otro costal. Si el amor es como el que tiene el padre Anselmo a su breviario, como el que tiene doña Inés a sus libros devotos o como el que tiene usted a las leyes o a los reglamentos que estudia, mi amor es evidente y yo quiero a usted como ustedes quieren esos libros. No menos que ustedes se deleitan en leerlos, me deleito yo en oír a usted cuando habla.

Iban á empezar los diarios oficios, y los devotos residentes en Monte-Carlo acudían también, uniéndose á los venidos de fuera. Todos subieron á la vez las gradas de mármol, siguiendo sus tres caminos de alfombra sujeta por varillas de bronce que brillaban al sol.

El tiempo que le dejaban libre sus oraciones lo empleaba en leer libros devotos, los cuales formaron al poco tiempo una biblioteca casi tan numerosa como la de novelas. Las vidas de las santas le placían sobre todos los demás.

En la iglesia los monaguillos y el clérigo estaban delante de una pilastra; los devotos los rodeaban de rodillas.

Entonaban los romeros un himno en vascuence á la Señora de Vizcaya, y de los grupos salía, como respuesta, La Marsellesa ó La Internacional. Agrupáronse los devotos ante la portada de San Nicolás, y la muchedumbre avanzó lentamente hacia ellos. Estrechábase el espacio entre unos y otros, los palos levantábanse amenazantes, los insultos alternaban con los cánticos.

Palabra del Dia

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