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Actualizado: 11 de junio de 2025


Y ¿qué razon hay para llamar señor á quien nada útil hace, que para nada sirve, que á nada bueno aspira; que pone un brazo sobre otro brazo, y contempla así la obra universal, que así paga la deuda inmensa que contrajo desde que abrió los ojos á la luz, desde que recibió la caridad de tantos séres? ¿Qué razon hay para llamar virtud á una nulidad, para llamar sabiduría á un idiotismo?

Fortunato no daba la victoria por un ochavo menos. Adán y Eva no estuvieron más solos en el paraíso cuando se concertaron para aquella jugarreta cuyas consecuencias, sin comerlo ni beberlo, está pagando la prole, y siglos van y siglos vienen sin que la deuda se finiquite.

Habrá fiesta, quiero que estéis a mi lado; tenéis el porvenir asegurado. Mi yerno tiene un corazón noble, y os pagará vuestra deuda. Vuestro marido será intendente de sus tierras, viviréis a mi lado, seguiréis siendo mi compañera fiel y mi amiga, hasta que la tumba nos separe. ¡Venid! ¡Venid!

De esa poblacion, 8,000 pertenecen al catolicismo, mas de 6,000 al judaismo, mas de 3,000 al calvinismo, y los demas á la comunion luterana. Las rentas y los gastos anuales del Estado alcanzan por término medio á 445,000 talers, y la deuda á 5,000,000.

«Esto de alquilar la casa próxima a la tuya dijo Santa Cruz , es una calaverada que no puede disculparse sino por la demencia en que yo estaba, niña mía, y por mi furor de verte y hablarte. Cuando supe que habías venido a Madrid, ¡me entró un delirio...! Yo tenía contigo una deuda del corazón, y el cariño que te debía me pesaba en la conciencia.

A juicio de esta gente, el encargarse don Tadeo de la educación y porvenir de Tirso fue un acto meritorio: pensaron que pagaba su deuda de gratitud del mejor modo que jamás lo hiciera nadie y, sobre todo, aquello de arrancar un hijo a las garras de un padre progresistón y acaso hereje, les pareció cosa admirable.

Este breve compendio escrito de mis excursiones por Europa y América, traduce dos sentimientos, implica un doble deseo: levanto mi débil voz en esta estruendosa Roma moderna, que se llama Paris, para dar á conocer mi querida patria, y me cumplo la deuda que al comenzar mis viajes contraje de recojer mis impresiones y publicarlas.

"Por Dios, que está bueno el negocio -dijeron ellos-. ¿Y adónde es su tierra?" "De Castilla la Vieja me dijo él que era", le dije yo. Riéronse mucho el alguacil y el escribano, diciendo: "Bastante relación es ésta para cobrar vuestra deuda, aunque mejor fuese."

Por otra parte se veian tambien hostigados de los curas, no menos crueles que los corregidores para la cobranza de sus obvenciones que aumentaban á lo infinito, inventando nuevas fiestas de santos y costosos guiones con que hacian crecer excesivamente la ganancia temporal: pues si el indio no satisfacia los derechos que adeudaba, se le prendia cuando asistia á la doctrina y á la explicacion del evangelio, y llegaba á tanto la iniquidad, que se le embargaban sus propios hijos, reteniéndolos hasta que se verificaba la entera satisfaccion de la deuda, que regularmente se la habia hecho contraer por fuerza el mismo párroco.

Estas angustias del tío Barret por satisfacer su deuda sin poder conseguirlo acabaron por despertar en él cierto instinto de rebelión, haciendo surgir de su rudo pensamiento vagas y confusas ideas de justicia. ¿Por qué no eran suyos los campos?

Palabra del Dia

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