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Actualizado: 11 de junio de 2025
Si un deudor se niega á pagar una deuda reconocida, paga por la primera falta el doble, por la segunda el triple y por la tercera queda hecho esclavo ó paga con su pellejo.
El conde de Genahazar; a los cinco meses de cama, está ya curado de su herida, y según dicen, muy enmendado de sus pasadas insolencias. Ha pagado a Pepita, hace poco, más de la mitad de la deuda; y pide espera para pagar lo restante. Hemos tenido un disgusto grandísimo, aunque harto le preveíamos. El padre vicario, cediendo al peso de la edad, ha pasado a mejor vida.
Cayeron sobre la mesa una porción de papeles. Eran acciones de minas, títulos de la Deuda..., una fortuna. Entre ellos había una carta, que decía así: «Mi querida Mary: La carta de tu padre que me trajo tu marido hace algún tiempo me reveló que tú y yo somos hermanos, hijos del mismo padre. Shanti, a quien tanto he odiado, es pariente mío, casi hermano.
Llegaron la señalada y requirieron a la huéspeda que venían de parte del Santo Oficio y que convenía secreto. Temblaron todas, por lo que yo me había hecho nigromántico con ellas. Al sacarme a mí callaron; pero al ver sacar el hato pidieron embargo por la deuda, y respondieron que eran bienes de la Inquisición. Con esto no chistó alma terrena.
No era fácil averiguar si gozaba en realidad o se divertía simplemente con aquella adoración o más bien aquel regocijo estrepitoso de perro que se arrastra el sentirse acariciado y lame los pies de su señor. No sólo te debo la felicidad, sino también la honra. No sabes lo que he sufrido desde anteayer por la maldita deuda decía él con voz conmovida.
Entonces buscó a Pepe que era íntimo amigo suyo y sin recibo ni documento alguno, que por otra parte, dadas las circunstancias, hubiera sido inútil, le entregó para que se los guardase veintidós mil duros en títulos de la deuda. ¿Va usted adivinando?
Para perderme se unieron mil circunstancias misteriosas. Tenía una deuda con el destino y la estoy pagando. ¿Y si yo hubiera descubierto la trama misteriosa y criminal de esas circunstancias misteriosas? ¿Sabrías tú lo que yo me maté inútilmente por saber? Lo sé. ¿Cómo lo has descubierto? Por casualidad. ¿Conoces al culpable? Todavía no, pero sé que no pudiste ser tú.
Tiene usted razón, señora replicó galantemente Delaberge; tráteme como un amigo... Siento únicamente que se limiten mis servicios a tan poca cosa... Quisiera poder pagar mucho mejor mi deuda de reconocimiento hacia usted, tan hospitalaria, tan benévolamente amable con un pobre desterrado como yo.
Sois en realidad una gatita muy bribona dijo Silas, cuya fisonomía respiraba la felicidad tranquila de la vejez, coronada por el amor ; pero vais a quedar en una gran deuda con Aarón. ¡Oh, no, absolutamente! dijo Eppie, riendo y loqueando ; eso le va a gustar mucho. Vamos, vamos, dejadme llevar vuestro libro de oraciones, pues lo vais a dejar caer, saltando de ese modo.
Por lo demás, a ella y a sus dos hermanas, las llamaban los plebeyos «Las tres desgracias», y a su señor padre, barón de la Barcaza, el barón de la Deuda flotante, aludiendo al título y a los muchos acreedores del magnate. Refugiábanse en el círculo aristocrático, donde también entraban, por especial privilegio, Visitación y Obdulia, pariente de nobles.
Palabra del Dia
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