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Actualizado: 17 de junio de 2025


A tiempo que la comitiva entraba en la cocina, hallábase acurrucada junto al pote una vieja, que sólo pudo Julián Álvarez distinguir un instante con greñas blancas y rudas como cerro que le caían sobre los ojos, y cara rojiza al reflejo del fuego , pues no bien advirtió que venía gente, levantóse más aprisa de lo que permitían sus años, y murmurando en voz quejumbrosa y humilde: «Buenas nochiñas nos Dios», se desvaneció como una sombra, sin que nadie pudiese notar por dónde.

Había tolerado hasta entonces sus entusiasmos en favor de la patria del marido porque consideraba más importantes los vínculos de familia que las rivalidades de nación. Por el hecho de que Desnoyers fuese francés y Karl alemán, ella no iba á pelear con Elena. Pero de pronto se desvaneció este sentimiento de tolerancia.

Si pido a usted un servicio... un gran servicio que sólo usted puede prestarme, ¿querrá usted? Ciertamente, si puedo hacerlo... y... ¿Y qué?... Y si no hace falta para ello faltar a ningún deber. Por sus labios pasó y se desvaneció la sombra de una sonrisa no exenta de lástima.

Sus hijas, de allí en adelante, trabajarían tanto como su nieta. En aquel instante, mirando Carlota hacia la puerta, creyó ver cruzar por el pasillo unas barbas y unas gafas muy semejantes a las de Moreno. Su duda se desvaneció al instante oyendo a D.ª Fredesvinda llamar en voz alta: ¡Adolfo!... ¡Adolfo! No puedo ir ahora contestó éste desde el corredor sin dar la cara.

El segundo curioso incidente consiste en el escrúpulo de conciencia que llegó á sentir por la prosecución de estas inteligencias, que consideraba «las de su verdadera vocaciónUn confesor italiano desvaneció aquél, diciéndole que, por los deseos de venganza que abrigaba contra su antiguo señor, pecaba mortalmente; pero que tratando, como Consejero del Rey de Francia y como católico, del bien general de Europa, considerados los fines que se proponía, su inteligencia con Estados heréticos no sólo era excusable, sino altamente meritoria .

Cuando cesó el estrépito y se desvaneció el humo en las nubes, todos quedaron estupefactos cuando de tanto aparato, y de tantas y tan grandes máquinas, no quedaron restos algunos ni de ruedas ni de armazón, habiendo desaparecido todo. Presentóse también el traidor Judas, que se colgó de una ventana, y herido después por el rayo, desapareció de repente sin dejar rastro ni huella.

No, no tienes la culpa; pero es mejor no verte. Tu presencia hace más grande mi remordimiento. Viéndote, siento una vergüenza inmensa, un deseo de morir, de matarme. Tengo la sospecha de que soy yo la que ha asesinado á mi hijo... Recuerdo lo pasado entre nosotros: reconozco el castigo. La cólera de Lubimoff se desvaneció ante estas palabras inexplicables.

Después de lo ocurrido, este hombre era para él algo sagrado. Y se abandonó otra vez á su desaliento, mientras Alicia seguía hablando. Mi ensueño se desvaneció. Mi hijo ha vuelto á ser mi hijo y el otro es un hombre. Imposible confundirlos de nuevo en una sola persona.

Al encontrar libre la salida vió don Marcelo á la pobre mujer con los ojos enrojecidos, la faz huesosa, el pelo en desorden. La noche había gravitado sobre su existencia con un peso de muchos años. Toda su energía se desvaneció de golpe al reconocer al dueño. «¡Señor... señor!», gimió convulsivamente. Y se arrojó en sus brazos derramando lágrimas.

Al fin, de todo aquel tranquilo rincón del mundo, no percibió más que las ruinas del fuerte, dibujando sus masas sombrías en el fondo azul del firmamento, y la torre, que, según la expresión de un poeta, como un dedo, señalaba el cielo con muda elocuencia. Por último, toda aquella perspectiva se desvaneció. Stein ocultó sus lágrimas, cubriéndose con las manos el rostro. Capítulo XVI

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