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Actualizado: 27 de julio de 2025


¡Eso es, hazle frente, y después de haberle robado la honra, mátalo!... Los valientes hacen las cosas por redondo. Eres un necio y un fatuo... Si no amas la vida ahora, no mereces la dicha que has logrado... ¡Huye, huye, insensato!... El valor no consiste en despreciar la vida, sino en saberla perder á tiempo. El viento había derribado el sombrero del señorito.

El lúgubre, principálmente, era un gran Ministro de Hacienda, y resolvía todos sus apuros por medio de grandes acometidas al bolsillo del joven escritor, que tenía, entre otras cualidades, la de despreciar las vanas riquezas.

Y descuidadamente, sin pensar que los de Entralgo iban á necesitar pronto de tu invencible brazo, te entretuviste alegremente narrando amores y combates. En vano te dijeron: «Bartolo, parece que hay palos en la romería». no hiciste caso, acostumbrado como estabas á despreciar los peligros, y enardecido por la plática y la sidra seguiste relatando la historia maravillosa de tus hazañas.

En fin, querido tío, si llegase el caso, ¿no tendría usted ninguna objeción seria contra miss Darling? preguntó el conde, que no quería abandonar su asunto. Tiene veinte años y has pasado de cincuenta. Pero yo también soy como usted, tío mío, estoy construido a cal y canto; es una herencia del abuelo Neris que estoy lejos de despreciar. En lo físico, pase aún; pero en lo moral...

El hombre no puede despojarse de su naturaleza; cuando esta habla, la razon dice que no se la puede despreciar. Una inclinacion natural es á los ojos de la filosofía una cosa muy respetable, por solo ser natural; á la razon y al libre albedrío corresponde el no dejarla extraviar. Lo que es natural en el hombre no es siempre enteramente fijo como en los brutos.

Estar libre de rencores prosiguió Lázaro en voz muy baja: ¡amar sin recelo, sin temor; despreciar el mundo, las traiciones, las asechanzas; hallar regocijo en las persecuciones, y sacar consuelo hasta de las desventuras!... ¡Oh, qué feliz es usted...! Después de una pausa, la voz de la mujer mística resonó como un eco lejano para decir: No, amigo mío: yo no soy feliz; soy muy desgraciada.

Eso es malo, eso es despreciar los caminos naturales de la piedad, es despreciar con orgullo egoísta la sana moral, pretendiendo, por abismos y cieno y toda clase de podredumbre, llegar a donde los justos llegan por muy diferentes pasos. Dispénseme si hablo con esta severidad: en este momento es indispensable.

Una mañana se hizo trasladar en su coche al palacio de Requena. Pasmo del portero al abrir la verja y encontrarse con la señorita Clementina, y visible alegría también. Porque, aunque no era tan llana como la ex florista ni tan pródiga, el sentimiento de justicia obligaba a los criados del duque a despreciar a ésta y respetar a aquélla.

Pues eso digo yo de usted cuando, habiéndonos citado a las ocho, veo que usted comparece a las ocho y media. De despreciar el tiempo, desprecie usted también el espacio. Y de respetar el espacio, ¿por qué no guardarle también al tiempo un poco de consideración? Pero con esa precisión, con esa exactitud, la vida sería imposible opina mi amigo.

Las advertencias referidas, de las cuales me parece no debe ningun navegante despreciar lo mas leve, las sujeto como debo

Palabra del Dia

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