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Actualizado: 27 de octubre de 2025


París no recibía aún heridos de guerra; por orden del gobierno los enviaban desde el frente á los hospitales del Sur. Ya no oponía la resistencia de los primeros días á los deseos de Julio. Su aprendizaje de enfermera le daba cierta pasividad. Parecía despreciar las atracciones de la materia, despojándolas de la importancia espiritual que les había atribuído hasta poco antes.

La poca estimación que se le tenía mató en él sus escasos deseos de aprender. Concluyó por despreciar el colegio como el colegio le despreciaba a él, de donde vino su costumbre de hacer novillos, la cual aumentó de tal modo que, sin saberlo su hermana, dejó de asistir un mes entero al estudio.

«Tía Mariposa, que la chica me gusta.» «Señá Usebia, que yo quiero ser su yernoToda la industria de las Carolinas, la Almenara y Bellasvistas presentaba a la madre sus memoriales; y ella, la muchacha, empeñada en despreciar lo más respetable del comercio, enamoricándose de un albañilillo que trabajaba cerca de la casa de sus señores. Por fin, se había salido con la suya, casándose.

Se decía hija de un comandante y se agarraba el derecho de despreciar a sus compañeras nacidas del seno de la plebe. Era más instruída que ellas porque leía todos los folletines que le venían a las manos: cuidaba de no decir palabras feas: no solía emplear tampoco locuciones flamencas. Tenía alguna más edad que la Amparo y la Nati.

No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como despreciar. Empezaron a saludarle fríamente, luego a volver la cabeza, después a no contestarle. Cuando entraba en la sacristía, si había allí otros sacerdotes, notaba que se apartaban de él y formaban grupo aparte.

En cuanto a la segunda, tenía demasiado orgullo para no despreciar el odio de una sirviente envidiosa, por más que no lo sospechase. Pero su situación en aquel instante era crítica. No podía entrar en la sala sin dar a conocer a su tío que había oído la conversación: esto le avergonzaba y avergonzaría aún más al cura.

Cuando ella le había dicho que en la adolescencia había tenido antojos místicos, y que después sus tías y todas las amigas de Vetusta le habían hecho despreciar aquella vanidad piadosa ¿qué había contestado el Magistral? Bien se acordaba; le zumbaba todavía en los oídos aquella voz dulce que salía en pedazos, como por tamiz, por los cuadradillos de la celosía del confesonario.

Me parecía que doce mil duritos no eran de despreciar por quien nada tenía que ver con ellos, máxime cuando no se le compraba ningún servicio extraordinario, sino tan solo que se callase y dejase hacer. Para no volverme atrás de este propósito, hablé del asunto al conde. Si tuviera mucho tiempo para rumiarlo, es casi seguro que concluiría por vacilar y arrepentirme; me conozco bien.

Ana y la influencia que se habían separado de él volvían a un tiempo; Ana más humilde que nunca, la influencia con cierto carácter sobrenatural. , él estaba seguro de ello, conocía a los vetustenses; un entierro les había hecho despreciar a su tirano, otro entierro les haría arrodillarse a sus pies, fanatizados unos, asustados por lo menos los demás.

Irritaba a la de Quintanar esta insistencia de sus ensueños. ¿De qué le servía resistir en vela, luchar con valor y fuerza todo el día, llegar a creerse superior a la obsesión pecaminosa, casi a despreciar la tentación, si la flaca naturaleza a sus solas, abandonada del espíritu, se rendía a discreción, y era masa inerte en poder del enemigo?

Palabra del Dia

mármor

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