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Actualizado: 12 de junio de 2025
Premeditando esto mismo, mandó aprestar una armada en el puerto de Laredo concediendo al mismo tiempo á su hija, el permiso para que practicase su espedicion á Flandes. Los trasportes de alegria que esperimentó Doña Juana con la última voluntad de su padre, son indescriptibles, y pocos dias despues se preparaba á hacer su deseada espedicion.
Huirá del pobre coronel, á causa de Madó. ¡Que otros se encarguen de su infortunio!... Se instalará en Niza, en una pensión rusa que dirige una gran dama empobrecida. Hablarán por las noches de los tiempos en que ella era rica, hermosa y deseada; de los bailes de la corte de Petersburgo, en los que tantas veces danzaron juntos.
Angelina desprendía de sus cabellos la deseada flor, y me la ofrecía por alto, como se ofrece a un niño el incitante fruto acabado de cortar. Yo me fingía enfadado: ¿Así, señorita? ¡Así, caballero! No; como tú sabes.... Linilla sonreía, besaba la flor, y me la daba. ¡Inolvidables besos! ¡Dulces besos recogidos en la corola de una rosa!
En la sonrisa de don Juan había visto, no amor, sino voluptuosidad, alegría, y aun podemos decir vanidad, por la posesión segura de una mujer vivamente deseada. Entonces, Dorotea se levantó de los brazos de don Juan, haciendo un violento esfuerzo para desasirse de ellos. Su palidez había crecido.
-En una lo diré -replicó don Quijote-, y es ésta: que luego al punto dejéis libre a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la lleváis contra su voluntad y que algún notorio desaguisado le habedes fecho; y yo, que nací en el mundo para desfacer semejantes agravios, no consentiré que un solo paso adelante pase sin darle la deseada libertad que merece.
Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea, la cual, vista de Sancho, se hincó de rodillas y dijo: -Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza, tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado.
Mientras, Ojeda, desde el mirador de proa, contemplaba la muchedumbre aglomerada en las bordas, ansiosa de ver cuanto antes la deseada ciudad. Una mujer, alborotado el pelo y enrojecidos los ojos, gemía a un lado del combés.
Virey del Perú, por los auxilios de tropa y demas que fuese preciso, le dirigió un pliego rotulado á dicho Gobernador, para que lo remitiese á Chiloé, en alguna piragua, ó embarcacion de particulares; con órden de que la comprase de cuenta de Su Magestad, si fuese capaz de poderse continuar en ella la correspondencia con aquella provincia, y en él de que no la hubiese, que dispusiese la construccion de una, adecuada al fin enunciado: haciéndole otras prevenciones conducentes á procurar la mayor seguridad de la expedicion, y el acierto de la ruta que se ha de elegir, y á facilitar el debido cumplimiento de la real órden de Su Magestad, con la prontitud deseada.
«Te quiero con toda el alma, Rodolfo mío; no vivo más que para tí, y me duele mucho que me digas esas cosas tan tristes. ¿A qué hablar de la muerte cuando somos tan dichosos? Tú dices que la muerte debe ser deseada en los momentos de felicidad, y entonces más que en las horas de dolor. ¿Dónde has aprendido eso? Dime: ¿dónde? Tienes unas cosas muy raras.
La maternidad no era una abdicación ni una decadencia; podía continuar bella y deseada como las otras, después de un incidente que había creído irremediable.
Palabra del Dia
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