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Actualizado: 8 de junio de 2025
Pero de repente, sin saber cómo ni por qué, todo se le volvía del revés allá en las cavidades desconocidas de su espíritu, y la conciencia se le presentaba limpia, clara y firme. Juzgábase entonces sin culpa alguna, inocente de todo el mal causado, como el que obra a impulsos de un mandato extraño y superior. «Si yo no soy mala pensaba . ¿Qué tengo yo de malo aquí entre mí? Pues nada».
Bien se ve que tenemos buen tiempo... Los buques son como los muebles viejos, que, después de una sacudida, sueltan, al quedar inmóviles, un rosario de bichos cuya existencia nadie sospechaba. ¡Qué de caras desconocidas!... Han estado ocultos como cucarachas en el agujero de sus camarotes, aguantando el mareo, y hoy es la primera vez que suben al comedor.
Mi criada tiene a su molinero que le dice al oído palabras que le encienden el rostro; aquí oigo carcajadas del placer que causan emociones para mí desconocidas...». En aquel momento tuvieron que detenerse entre la multitud. Había un drama en la acera. Un joven alto, de pelo negro y rizoso, muy moreno, vestido con blusa azul, gritaba: ¡La mato! ¡la mato! Dejadme, que quiero matarla.
Fue todo obra de un segundo. A la luz oscilante de la lámpara lo vi vacilar, quererse asir enloquecido del vacío, y con un espantoso grito de ira y desesperación, caer al fondo de aquel negro abismo, donde las impetuosas aguas lo arrastraran hacia regiones subterráneas, desconocidas e inexploradas.
Setenta y dos días de extrañeza dolorosa al vivir en una casa tranquila, al ver las mismas gentes, al sentir deslizarse la existencia habitual, dulce y tranquila, como si en el mundo no ocurriese nada extraordinario, oyendo en el patio el jugueteo de los sobrinos de su marido y en la calle el canto del vendedor de flores, mientras lejos, muy lejos, en ciudades desconocidas, su Juan, ante millares de ojos, luchaba con fieras, viendo pasar la muerte junto a su pecho a cada movimiento del trapo rojo que llevaba en las manos.
Para el convento de la Encarnación y el de san Agustín, pintó cinco grandes cuadros y nueve para la Merced, pero casi todas estas obras son hoy desconocidas y habían desaparecido ya de dichos templos muchas en 1844.
En Sevilla nació Luís de Vargas hacia el año de 1506, siendo hijo de un pintor de escaso mérito llamado Juan de Vargas, cuyas obras son desconocidas.
Y ahora os ruego, noble amigo, que me digáis los nombres de algunos de estos caballeros, pues son muchas las caras desconocidas que me rodean. En cambio otras las conozco desde que ciño espada. Mirad ante todo aquellos graves religiosos, inmediatos á los regios asientos. Es uno el arzobispo de Burdeos y el otro el obispo de Agén.
Vemos á cada paso que la imposibilidad moral desaparece con el auxilio de una causa extraordinaria ó imprevista, que tuerce el curso de los acontecimientos. Un capitan que acaudilla un puñado de soldados, viene de lejanas tierras, aborda á playas desconocidas, y se encuentra con un inmenso continente poblado de millones de habitantes. Pega fuego á sus naves, y dice marchemos. ¿Adónde va?
En la misma Sevilla han de haber vivido en el mayor aislamiento.» De aquí infería el Conde que sus desconocidas, aunque sevillanas, habían vivido lejos del mundo, o por carácter tímido, o por excesiva pobreza, o por extravagancia del marido.
Palabra del Dia
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