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Actualizado: 27 de julio de 2025


Rosa, que acogía siempre los requiebros del joven cortesano con risa y desconfianza, poco a poco se fue haciendo más grave y sosegada; se ponía encendida al verle; le miraba fijamente mientras él tenía los ojos en otra parte, y cuando llegaba el momento de separarse, en la inflexión temblorosa y enternecida de la voz se adivinaba la emoción que embargaba su alma.

Considerando el carácter de esa campaña contra nuestras instituciones del día, y dolorosamente impresionado por el mal grande que al progreso y tranquilidad de nosotros, filipinos, hace esa obra perturbadora de la calumnia, odio, desconfianza y pesimismo, creo de mi deber hablar cuando entiendo que se ha llegado al colmo con un documento que ha venido a mis manos.

Su desconfianza me humilla, y la vida de esposa me es mucho mas insoportable que la horfandad.

Su frase de despedida era siempre la misma: «¡Una noche me quedo!». Ella le recibía con la sonrisa en los labios, fina, cortés, sin asomo de desconfianza, completamente segura de que aquel perdido era inofensivo. ¿Ni cómo sospechar de él, si una de las cosas que hizo fue aumentarle considerablemente la renta en tres o cuatro operaciones bursátiles.

Algún día sería un hombre rico, me había profetizado, y yo, en mi ignorancia, había creído entonces que era un soñador, un iluso. Pero al mirar en torno de esa pieza en que estaba ahora de pie y ver ostentándose obras de Murillo y del Tintoretto, que cada una de ellas constituía una pequeña fortuna, me vi obligado a confesar que había cometido un error y que mi desconfianza había sido injusta.

Allí, como en todas las aduanas de Francia, el viajero tiene ocasión de observar la lucha, permanente, entre lo natural y lo artificial, que se origina de las instituciones egoístas y que tienen por base la descónfianza y la sospecha.

¡Barástolis!... Usted la ofende, señor mío. No la ofendo. Mi resolución no indica desconfianza de ninguno de los dos, sino respeto a entrambos, y además el deseo de ponerme a salvo de la envidia, porque yo tengo más de hombre que de santo, y la contemplación del bien perdido no me hará bailar de gozo. Dijo esto en tono entro serio y festivo, y se retiró.

Pero ahora en que desaparecieron los privilegios, en que por espíritu de desconfianza se han refundido los regimientos, en que los habitantes se extrañan de unas islas á otras, naturalmente las comunicaciones y el cambio de impresiones aumentan, y viéndose todos amenazados de un mismo peligro y heridos en unos mismos sentimientos, se dan las manos y se unen.

¡El que sea hombre, y tenga vergüenza, que me siga! continuó Juanón a grandes gritos, sin saber ciertamente adonde conducir a los compañeros. Pero a pesar de sus llamamientos a la virilidad y la vergüenza, la mayor parte de los reunidos se hacía atrás instintivamente. Un rumor de desconfianza, de inmensa decepción, elevábase de la muchedumbre.

Cristeta tornó al pasado juego de bajar la cabeza para evitar encuentro de miradas, hasta que pasados unos cuantos segundos, tendió con desconfianza la vista en torno, y dijo: Déjame, ingrato, déjame que me vaya... esto es una locura. Y apartándose de la fuente, anduvo algunos pasos. ¡No, por Dios! exclamó él suplicante . Tenemos mucho que hablar.

Palabra del Dia

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