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Actualizado: 27 de julio de 2025


Permaneció Gallardo gran parte de la corrida en el estribo de la barrera. Buenas eran tales explicaciones para los partidarios, pero él sentía en su interior una duda cruel, una desconfianza en su persona que nunca había conocido. Los toros le parecían más grandes, con una «vida doble» que les daba mayor resistencia para no morir. Los de antes caían bajo su estoque con una facilidad de milagro.

Pero el extranjero que se establecía definitivamente entre ellos, si procedía de una región lejana, no dejaba nunca de ser mirado con un resto de desconfianza.

En lugar de muestras de desconfianza y recelo, Stein recibía de los amigos del personaje enhorabuenas cumplidas y pruebas de aprecio y admiración; y él, volviendo a su natural modesto y tímido, respondía a todos con cortesías. Pero quien se estaba bañando en agua rosada era la tía María. ¿No lo decía yo? repetía sin cesar a cada uno de los presentes , ¿no lo decía yo?

Esto me puso disgustado. Me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, peritísimos en cuestiones de Jurisprudencia, pero en lo demás unos ignorantes de tomo y lomo; un señorón de aldea, pagado de su fama y de su ciencia, de esos que suspiran por todo lo antiguo, y que siempre están mal dispuestos para todo lo nuevo; un fantasmón iracundo, gruñón, de esos que ven con desconfianza a los jóvenes, y que se complacen en censurar a todas horas la educación enciclopédica de estos tiempos, la cual, si bien no produce sabios a granel no cría fátuos, como tantos viejos que yo conocía, encastillados en su saber hipotético, muy vanidosos y engreídos con su ciencia; ciencia exígua y mezquina que les conquista en el pópulo vil admiradores y monaguillos de amén que aprueban cuanto dicen los Sócrates de aldea, así suelten éstos el mayor disparate.

¡Je, je! rió maliciosamente el confesor. No está mal la resolución. Pero nosotros, esas conversiones de última hora con vistas al matrimonio, las miramos con desconfianza: dan siempre malos resultados. El Padre Paulí es viejo y sabe mucho del mundo para que pueda engañarlo un boquirrubio de esos á la moderna.

Despues, la curba se prolonga como queriendo cerrar el puerto, y su costa está dominada por una alta colina que sirve de asiento al fuerte de Monjuí, centinela puesto allí por el genio de la guerra y de la desconfianza, como uña amenaza secular para el comercio, que es el genio de la paz y la prosperidad.

La infeliz joven puso el nene a su lado, mostrando menos desconfianza; pero le rodeó con su brazo en ademán de protección. «¿Pero me le quitará?... Diga si me le quería quitar... Fuera bromas. Lo que usted me diga lo creeré». Muchas gracias, amiga mía... Me toma por ladrona de chiquillos. No sabía yo que soy bruja... No; es que... verá. Yo pensaba que me lo iban a quitar, por lo mala que he sido.

Recelo y desconfianza inútiles y que nunca me salvaron del egoísmo y de las arterías de amigos y extraños. Me creía yo persona de experiencia, conocedor del mundo, y descubría a todos mi corazón, a nadie ocultaba yo mis sentimientos, y así era yo víctima de todos. Confieso que el buen servidor con sus burlas y fisgas me hizo rabiar muchas veces.

Pero como de abandonarse a sus instintos, a sus ensueños y quimeras se había originado la nebulosa aventura de la barca de Trébol, que la avergonzaba todavía, miraba con desconfianza, y hasta repugnancia moral, cuanto hablaba de relaciones entre hombres y mujeres, si de ellas nacía algún placer, por ideal que fuese.

De este modo no había ninguna alarma en la de Candore, ninguna desconfianza en la institutriz, y Raúl llegaba pacíficamente a sus fines por caminos de travesía. A principio del verano la salud de la señora de Raynal se alteró sensiblemente.

Palabra del Dia

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