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Actualizado: 5 de junio de 2025


Desazón; que si , que si yo; que no me quieres, que , que tira, que afloja, que vira, que vuelta; que me engañas, que no, que más, y hemos concluido, y adiós, y allá va la lagrimita. La señora de Rubín dejó caer la cabeza sobre el pecho, dando un chapuzón en el lago negro de su tristeza.

Todo a merced del último libro o revista que cayese en las manos del amo de la casa. Todavía no era esto lo que causaba más desazón en la familia. Tristán leyó un artículo en que se descubrían los abusos infames que las criadas cometían algunas veces con los niños más tiernos, unas veces atormentándoles, otras acariciándoles demasiado.

Bajó la escalera lentamente, de mal humor, con el alma triste y fatigada; sentía el descontento de mismo que acompaña siempre a los placeres ilícitos. ¡Qué ajeno estaría el pobre D. Pablo Bembo a que el niño que levantaba en alto con sus descomunales manos «para ver a Dios» había de ser con el tiempo quien escarneciera su nombre! Este pensamiento le causaba una desazón profunda.

Veía los objetos dobles y tenía la cabeza tan mareada como si estuviese a bordo de un buque. Pero él confiaba en que tal desazón sería pasajera, y se felicitaba del adelanto y bonito efecto de la obra. El ángel estaba completamente modelado ya con aquellos increíbles puntos de pelo.

Después de darse mucha importancia, haciendo que lo enseñaba y volviéndolo a guardar, con lo cual la curiosidad de las otras llegaba al punto de la desazón nerviosa, de repente ponía el papel en las narices de sus amigas, diciendo en tono triunfal: «¿Y eso?». Quedábanse Castita y Eulalia atontadas con el aroma asiático, vacilando entre la admiración y la envidia; pero al fin no tenían más remedio que humillar su soberbia ante el olorcillo aquel de la niña de Arnaiz, y le pedían por Dios que las dejase catarlo más.

Pepe comprendió que el Padre R... era su hermano, y profundamente disgustado, hizo que Millán averiguase la verdad del caso preguntándolo en la imprenta de aquel periódico, y al mismo tiempo revisó cuidadosamente los demás que había de leer su padre, decidido a evitarle la desazón que pudiera acarrearle la noticia.

Si se quedara muchas, la alegría sería menor. Si estuviera siempre a tu lado, quizá te entrara el tedio, que es el mayor enemigo del amor y la verdadera desgracia de las personas felices. Reflexiona sobre tu desazón y verás que no hay motivo para que sea tan grande. La verdad es que él es galante, cariñoso, espléndido. Mira qué collar me regaló el día de mi santo.

La parte alta, donde está el castillo y la antigua iglesia, se hallaba aquel día muy solitaria. Juanita oró largo rato en el templo, casi desierto. Al salir de él tuvo la desagradable sorpresa de encontrarse con don Andrés, que la había espiado, que la había visto subir, que la había seguido, y que la aguardaba a la puerta. Grandes fueron la desazón y el sobresalto de la muchacha.

Su desazón y sus temores se acrecentaron al ver que don Andrés se acercó a ella; la acompañó mientras bajaba la cuesta, la requebró con más fervor que respeto, le recordó los besos de la antesala y le hizo las más atrevidas proposiciones.

La visita había sido inevitable porque el criado no dijo el nombre del marqués, se había hecho en presencia de la niñera y sólo por el temor de aumentar su desazón había aplazado darle conocimiento hasta verle más tranquilo. Tristán se rindió en el fondo a estas verdades, pero no en la apariencia.

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