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Actualizado: 28 de julio de 2025
De repente, como si lograse desatar un nudo que le apretaba la garganta, como si quebrase un cordel que la ahogaba, rompió Pepita en lastimeros gemidos, vertió un raudal de llanto, y dio con su cuerpo, tan lindo y delicado, sobre las losas frías del pavimento.
El general aprovecha la ocasión para desatar la lengua contra mí: Que su sobrino no es abominable, sino adorable; que yo presumo demasiado de discreta y de lista, y que soy una criaturita mimada, voluntariosa y terca; y que si él me hubiera presentado a Narcisito como sobrino, yo le hubiera encontrado vulgar y feo y le hubiera dado calabazas; y que ha sido menester armar toda esta tramoya y conjuración, en que han entrado mamá, el general, el doctor, el Padre González y hasta doña Rita, para que yo crea a Narcisito griego o turco y de él me enamore.
Y habló el rey, y dijo a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea? 15 Y ahora fueron traídos delante de mí, sabios, astrólogos, que leyesen esta escritura, y me mostrasen su declaración, pero no han podido mostrar la declaración del negocio. 16 Yo pues he oído de ti que puedes declarar las dudas, y desatar dificultades.
Doctor dije alegremente al entrar mi caballo acaba de asustarse de su sombra, me ha tirado en el camino, y creo tener el brazo izquierdo estropeado. ¿Quiere usted verlo? ¿Cómo estropeado? dijo el señor Desmarest, después de desatar el pañuelo si lo tiene completamente roto, ¡pobre hijo mío! La señora de Laroque arrojó un débil grito y se aproximó á mí.
4 Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dice: No llores; he aquí el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus siete sellos.
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito de dentro y de fuera, sellado con siete sellos. 2 Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos? 3 Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo.
No había otro como él para atravesar de noche ciertas calles con un bulto bajo la capa, figurándose mendigo con un niño a cuestas. Ninguno como él poseía el arte de deslizar un duro en la mano del empleado fiscal, en momentos de peligro, y se entendía con ellos tan bien para este fregado, que las principales casas acudían a él para desatar sus líos con la Hacienda.
Necesítase, empero, para desatar este nudo que no ha podido cortar la espada, estudiar prolijamente las vueltas y revueltas de los hilos que lo forman, y buscar en los antecedentes nacionales, en la fisonomía del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, los puntos en que están pegados.
Acudí luego a desatar el lienzo, en el cual vi un nudo, y dentro dél venían diez cianíis, que son unas monedas de oro bajo que usan los moros, que cada una vale diez reales de los nuestros.
Y cuentan que en las horas que mediaban de clase a clase, se reunía un grupo de estudiantes para hablar de política: y que era siempre Martí, el que más hablaba y con más entusiasmo, de los problemas de la patria, y que daba gusto oír de sus labios infantiles, sentencias y frases hermosas, como de adulto hecho ya a manejar los tiempos y a crearlos: como de hombre hecho a clamar, a desatar batallas y a desplegar victorias.... En esa misma época, y como Domingo Dulce, Capitán General de la Isla, decretara la libertad de imprenta, comenzó Martí a publicar en compañía de Valdés Domínguez un periódico titulado El Diablo Cojuelo, al mismo tiempo que dirigía La Patria Libre, siendo este último el periódico donde publicó por vez primera su poema «Abdala», canto brioso y fulgurante de levantado espíritu patriótico.
Palabra del Dia
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