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Las palabras que pronuncia la inconsolable dama para excitar la lástima del despiadado caballero, rogándole que no la abandone, es de lo mejor que ha escrito Calderón; enérgicas y apasionadas para expresar su desesperación, y respirando la pena más profunda, cuando solicita en su desamparo al seductor, aseméjanse á un torrente embravecido, aprovechando los términos del romance antiguo, que aumentan más su efecto.

En su desamparo, ni suficiente le pareció siquiera su habitual plegaria para pedirle fuerzas a Aquel que las otorga, y al romper el día salió del castillo atravesando las húmedas praderas, en busca de la iglesia, allá, en el límite del aún dormido bosque: momentos después habría podido vérsela en el templo rogando desolada con fervor de mártir que se apresta al supremo sacrificio.

Hermosa e inteligente como es, y moviéndose en buenos círculos, será mucho más fácil que inspire el respeto de jóvenes que de otro modo la perseguirían sin respetarla, y encuentre acaso entre ellos el marido que la haga venturosa. ¡Me espanta, doña Andrea dijo la directora que observaba el efecto de sus palabras en la pobre madre , me espanta pensar en la suerte que correría Leonor, tan hermosa como va a ser, en el desamparo en que tienen ustedes que vivir, sobre todo si llegase usted a faltarle!

Estaba muy flaco de una recaída. Había llegado dos veces á morir, y como llegó en tierra, vinieron algunos á consolarle; respondió que se contentaba de haber perdido la hacienda y no la honra, como otros, aunque de esta vuelta no se le puede dar honra alguna ni loar su buen gobierno, pues dejó de salir con tiempo á la mar, y desamparó las naves, que no lo había nunca de pensar.

De allí salió, viejo, enfermo, quebrado, el famoso general Miranda, aquel curioso tipo histórico que vemos brillar en la corte de Catalina II, sensible a su gallarda apostura y que lo recomienda a su partida a todas las cortes de Europa; que encontramos ligado con los principales hombres de Estado del continente, que acepta con júbilo los principios de 1789, ofrece su espada a la Francia, manda la derecha del ejército de Dumouriez en la funesta jornada de Neerwinde, cuyo resultado es la pérdida de la Bélgica y el desamparo de las fronteras del Norte; que volvemos a encontrar en el banco de los acusados, frente a aquel terrible tribunal donde acusa Fouquier-Tinville y que acaba de voltear las cabezas de Custine y de Houdard, el vencedor de Hoschoote.

El P. Superior Francisco Hervás llegó á los dichos pueblos tan postrado de fuerzas por el cansancio y por sus continuos achaques, que habiendo de quedar allí en un sumo desamparo, se vió precisado á volverse; y habiendo llegado quince leguas de San Juan, le fué á confesar el P. Juan Bautista de Xandra, aplicóle algún remedio, con que se alentó el P. Hervás y pudo llegar en hombros de indios á San Juan, donde se le administraron los demás Sacramentos y aplicaron algunos otros remedios, pero sin efecto, por hallarse muy debilitado y con ardientes fiebres, y al fin murió dos días después, á 24 de Agosto de 1723, teniendo 61 años de edad, 44 de Compañía y 27 de profesión de cuatro votos.

Nadie se cuida de los millonarios, y helos ahí teniendo que fundar escuelas y hospitales y que distribuir su dinero en obras de beneficencia. ¡Pobres millonarios! Hasta hace poco, su desamparo se explicaba por su rareza. Los millonarios eran escasísimos y no podían imponerse. Pero las cosas han cambiado, y hoy, en Bilbao, ¿quién no está ya en el tercero o cuarto millón?

Esto decía, mientras ataba las bestias, Sancho, dejándolas a la proteción y amparo de los encantadores, con harto dolor de su ánima. Don Quijote le dijo que no tuviese pena del desamparo de aquellos animales, que el que los llevaría a ellos por tan longincuos caminos y regiones tendría cuenta de sustentarlos.

Trata de cada una de ellas sentando ciertos cánones como reglas fixas, á los quales añade explicaciones para su inteligencia. No desamparó del todo aquí el Epicurismo, aunque se extendió mucho mas que Epicuro, á quien los mismos antiguos no tuvieron por Lógico.

El anciano, así insultado, expresa en frases entrecortadas su dolor por el desamparo en que lo dejan sus años, y la sed de venganza que arde en su pecho. Toda la escena es un modelo en su clase, y el diálogo de extraordinaria vivacidad.