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Ordinariamente iban emparejados, departiendo amigablemente: el capellán mostraba a su discípulo cada día más estimación: en una cosa no estaba conforme con él, y se la recriminaba a menudo: era la amistad que Miguel profesaba a Brutandor. «¡Mentira parece ¡barájoles! que seas amigo de ese jumento! Y él ha sabido bien aprovecharse.

Además, le interesaban muy poco las peleas de aquellos gallos ingleses. En la misma sala estaban sentados departiendo amigablemente los dos notarios de la población, don Víctor Varela y Sanjurjo. El uno era un viejo, pequeño, de ojos saltones, con enorme peluca, tan groseramente fabricada, que parecía de esparto; el otro, un hombre de media edad, pálido, con bigote entrecano y cojo de nacimiento.

Molido por el troton y casi aterido de frio, quise esperar el sueño en un rincon de la cocina, donde al derredor de un gran fogon estaban agrupados cinco ó seis castellanos departiendo sobre las cosas del dia mas importantes para ellos.

De todas maneras, prometo resarcirle a usted esta tarde y esta noche, pero muy cumplidamente, con impresiones más gratas, de los amargores que le va causando a usted en su paladar de hombre honrado nuestra jornada hasta aquí. Pedíle a Dios que así fuera, y continuamos bajando y departiendo al acompasado gatear de nuestras firmes cabalgaduras.

Entonces todos los ojos se vuelven hacia Nolo de la Braña, que allá lejos seguía departiendo con Demetria sin acercarse al teatro de la lucha. Nolo le grita uno, Matías de Langreo nos ha vencido á todos. ¿Quieres probar tu fuerza? Si os ha vencido á todos, ¿por qué no ha de vencerme á ? replica con orgullosa malicia el héroe de la Braña. Todos deploran que no tome parte en el certamen.

Y como prueba de lo que venimos diciendo, manifestaremos que departiendo acerca de estos escabrosos particulares con el pintor Jacques Fabrice, a cuya casa solía ir por las tardes con el fin de tomar una taza de te y fumar un cigarrillo, se expresaba en estos términos el señor de Pierrepont, dirigiéndose a su amigo: ¿Sabes lo que me pasa? Hoy cumplo treinta y un años.

Aunque departiendo con Julián acerca de la sorpresa que se le preparaba a la familia de la Lage, y de si amenazaba llover porque el cielo se había encapotado, no descuidaba el marqués observar algo que debía interesarle muchísimo. Un instante se paró, creyendo divisar la cabeza de un hombre allá lejos, detrás de los paredones que cerraban la viña. Pero a tal distancia no consiguió cerciorarse.

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Con frecuencia, y ya que estaban apaciguadas, dilatábame largo rato en el cafetín departiendo con las desdichadas, y del coloquio extraía provecho espiritual, puesto que la compasión, a que me movían, es un depurativo del alma; y también observaba los tipos, casi todos estrafalarios, que concurrían en el antro.

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