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Una vez resuelto que me ejecutarían al día siguiente, la única idea que se apoderó de fue la de morir con serenidad y entereza; y en efecto, demostré, al decir de todos los que me rodeaban, un gran carácter durante las horas de la capilla. Comí y dormí tranquilamente, y pasé algunos ratos departiendo con los redactores de La Correspondencia.

Departiendo una mañana en el portal de la iglesia con el alcalde del pueblo, brindóse de muy buena gana á traer de su cuenta, un reló de torre para la iglesia del pueblo, como un regalo que dedicaba á los honrados vecinos entre quienes tan buenos ratos había pasado. El alcalde, al oir la palabra regalo, abrió unos ojos de á tercia, y dióse á reir de pura satisfacción; pero cuando se puso á reflexionar sobre el motivo de tanto desprendimiento, tornóse serio, y dijo al personaje, con la mejor cara que pudo, que al día siguiente le daría la contestación.

Porque la calle de Serrano, con ser la más grande y hermosa de Madrid, tiene un carácter marcadamente provincial: poco tráfago; tiendas sin lujo y destinadas en su mayoría a la venta de los artículos de primera necesidad; los niños jugando delante de las casas; las porteras sentadas formando corrillos, departiendo en voz alta con los mancebos de las carnicerías, pescaderías y ultramarinos.

En los cinco últimos años, los bailes del Liceo parecían visitas de pésame. Media docena de señoritas más o menos jóvenes, con los hombros y el pecho al aire, el rostro muy empolvado, departiendo en voz baja allá en un ángulo del vasto salón, mientras a su lado las mamás sacaban tiras de pellejo a alguna amiga ausente.

Hubiera querido unas alas para tenderlas hacia aquella niña querida que lo era todo para él en el mundo.... Tuvo que hacerse una dura violencia y seguir departiendo con su amigo sobre aquel inesperado viaje de los dos.

Una vez resuelto que me ejecutarían al día siguiente, la única idea que se apoderó de fue la de morir con serenidad y entereza; y en efecto, demostré, al decir de todos los que me rodeaban, un gran carácter durante las horas de la capilla. Comí y dormí tranquilamente, y pasé algunos ratos departiendo con los redactores de La Correspondencia.

¡Sanjurjo!... ¡Sanjurjo, venga usted! dijo con voz alterada, sin saludar, sin ver siquiera a don Mateo. El notario se levantó tranquilamente y entró en el salón con él. Don Víctor no hizo alusión ninguna a aquella repentina marcha. Quedó departiendo amigablemente sobre lo mismo que estaban hablando con don Mateo, el cual, aunque un poco sorprendido, no se atrevía a preguntar nada.

Y cambiando en seguida de tono, sacó Guy de un bolsillo de terciopelo verde una grande y pesada moneda de oro, y se la tiró a Manuel, diciéndole: Anda, buen hombre. Ahí tienes para poner gallina en tu puchero todos los domingos durante un año. No la vayas a jugar como un bellaco. Mejor que estar departiendo con los criados, vamos al salón, vizconde interrumpió don Fernando.