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Actualizado: 23 de junio de 2025
En tanto, el joven observaba que tenía demudado el semblante, cerrados los ojos, flojos y caídos los brazos; hizo un esfuerzo heroico, la cogió en sus brazos y la subió. La cabeza de la enferma descansó sobre sus hombros, y Lázaro notó que el contacto de su frente le quemaba el cuello. Tiene mucha fiebre dijo depositándola en el pasillo, porque Paz no le permitió que llegara á la alcoba.
El señorito... señorito Ignacio.... Llegó esta mañana... marcha esta noche... adónde no se sabe... no quiso recibirme.... Engracia dice que está más demudado que cuando salió para Bretaña.... Sardiola... pronunció difícilmente Lucía, sintiendo el corazón no mayor que una nuez . Sardiola....
La extrema palidez del rostro, demudado por la cólera, los labios trémulos y la terca obstinación de sus miradas, intimidaron a Tirso que, esquivando encararse con su hermano, le dijo fríamente: Abur. Ve en paz. Entró el cura en su cuarto y Pepe en su alcoba. Así se separaron.
La Dorotea era una verdadera reina, una leona de la escena, y aunque la estremecieron aquellas palabras que había cogido al paso, no dió el más leve indicio de haberlas escuchado. Devoró sus celos, se mantuvo serena y miró á Juan Montiño. Entonces se aterró. El semblante del joven estaba demudado aún de cólera. ¿Qué ha sucedido? exclamó ; ¿qué tenéis, Juan? ¿Os habéis visto obligado acaso?...
Mírale, mírale, ¿le conoces?» Tenía tan demudado el semblante, feo y hecho un tizón de fuego, que mal le podía conocer; pero, finalmente, después de fijar muchas veces en él la vista, reconoció quién era. Entonces el desgraciado Antonio, dando un profundo suspiro y volviéndose á Lucas, le habló de esta manera.
Bien lo necesitaba el pobre caballero. Estaba tan demudado y tembloroso que Amalia pensó que iba a caer desmayado. En apretado haz salieron los tertulios a los pasillos y bajaron la gran escalera de piedra sucia y húmeda. Un criado les abrió la puerta de la calle. ¡Ay! ¿Quién habrá dejado aquí este canasto? dijo Emilita Mateo, que tropezó la primera con el estorbo.
Dijo que don Raimundo acababa de salir, que había exhibido el pagaré de treinta mil nacionales, y que ella, con sus propios ojos, que comería la tierra, había visto al pie de su firma, la firma de Esteven... Miró a Quilito, y en su turbación y en su semblante demudado leyó la verdad, la comprobación de su sospecha. ¿Qué has hecho? ¿qué has hecho? volvió a decir con angustia.
¡Injuria, no! pudorosa dijo Leila, en su bravura aumentando su hermosura hasta hacerla portentosa. ¡Injuria! ¡Dios me maldiga si yo te ofendí, señor; que con espanto y horror su maldicion me persiga! Y demudado el semblante, deslumbradores los ojos, ardientes los labios rojos, alto el seno palpitante, trasportada, poderosa, más y más resplandeciente, alzaba su pura frente de candor esplendorosa.
El padre se durmió, por último, pero con un sueño que asustó bastante a su fiel criado; sueño fatigoso, acompañado de un ronquido o silbo a manera de estertor. Su rostro estaba demudado y más pálido y ojeroso que ordinariamente. Ramón, con todo, tal respeto tenía a las órdenes que su amo le daba, que no se atrevió a llamar al médico. Tampoco se atrevió a despertar al Padre.
Demetria abraza á todas sus amigas y sube al que tiene las jamugas. El mayordomo monta en el suyo brioso. ¡Adiós, adiós! Luego se retira demudado como si fuera á caer. ¡Adiós, adiós! Trabajos y días. Llegó el otoño. Las vegas comenzaron á ponerse amarillas; el ganado bajó del monte; los paisanos se aprestaron á cortar el maíz.
Palabra del Dia
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