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Actualizado: 15 de junio de 2025
Se detuvo, miró a su rededor para ver si nadie los escuchaba, y dijo con voz vacilante: Yo no sé si hago bien en tratar de penetrar lo que pasa en el corazón de mi amiga; pero también a vos os debo considerar y no quiero dejaros en un error que os entristece.
El agua fría, mi hijita querida, son los desengaños y los pesares, y rogaré día a día, ardientemente, para que sean alejados de tu senda. Asaltábame el llanto oyendo hablar así al cura, y bebí un gran vaso de agua para calmar mi emoción. Antes de dejaros, debo preveniros que creo que tengo un gusto muy marcado por la coquetería.
Sin embargo, hacéis muy buenos negocios; debéis estar rico, Montiño; además de que la vianda de su majestad debe dejaros buenas ganancias, siempre me estáis pidiendo oficios. Y yo os agradezco á vuecencia... No hago más que pagaros vuestros servicios; sois inteligente y activo; y luego... vos me servís bien... es decir, servís bien á su majestad. Volvió á inclinarse Montiño.
¡Si te imaginases cuánto estoy sufriendo! le dijo Beatriz . No se hace un movimiento, no se pronuncia una palabra en esta casa que no sea para mí un martirio... ¿y vas a dejarme sola? Sí, te dejo, hija mía... pero mañana, desde muy temprano, me tendrás aquí. Debo dejaros solos en estas últimas horas... Os abandono a la inspiración de vuestros corazones... ¡Hasta mañana!
De manera que os arreglaréis de modo de conseguir esa pequeña suma de dinero, y voy a deciros hasta la vista, bien que deplore dejaros. Dunstan se marchaba, pero Godfrey se precipitó tras él y lo tomó del brazo, diciendo con un juramento: Os digo que no tengo dinero... que no puedo procurarme dinero. Pedidle prestado al viejo Kimble. Os digo que no quiere prestarme más y que no lo pediré.
¡Vos! exclamó Roger apasionadamente. ¡Vos sois un ángel del cielo, mi único pensamiento, mi vida entera! ¡Oh, Constanza, sin vos no puedo vivir, como puedo dejaros sin una palabra de amor! Desde que os ví por vez primera todo ha cambiado para mí. Soy pobre y no de vuestra alcurnia, aunque de origen noble, pero os ofrezco un amor acendrado, una adoración constante y eterna.
Mañana seremos ciudadanos de Filipinas, cuyo destino será hermoso porque estará en amantes manos; ¡oh, sí! el porvenir es nuestro, lo veo de rosa, veo el movimiento agitar la vida en estas regiones largo tiempo muertas, aletargadas... Veo surgir pueblos á lo largo de los caminos de hierro, ¡y por donde quiera fábricas, edificios como aquel de Mandaloyon!... Oigo el vapor silbar, el traqueteo de los trenes, el estruendo de las máquinas... miro subir el humo, su potente respiracion, y aspiro el olor de aceite, el sudor de los monstruos ocupados en incesante faena... Ese puerto, de gestacion laboriosa, ese río donde parece agoniza el comercio, los veremos llenos de mástiles y nos darán una idea del invierno en los bosques de Europa... Este aire puro y estas piedras tan limpias se llenarán de carbon, de cajas y barriles, productos de la industria humana, pero, ¡no importa! iremos en rápido movimiento, en coches cómodos, á buscar en el interior otros aires, otros panoramas en otras playas, más frescas temperaturas en las faldas de los montes... Los acorazados de nuestra marina guardarán las costas; el español y el filipino rivalizarán en celo para rechazar toda invasion extrangera, para defender vuestros hogares y dejaros á vosotras reir y gozar en paz, amadas y respetadas.
No os ocultaré cuánto me disgusta dejaros de obedecer en esto, por lo mismo que sé cuánto riesgo corremos de naufragar en nuestras esperanzas. El desdén con que los castellanos comienzan a mirar a los de la nación mía, y principalmente vosotros los hidalgos, cosa es tan dura, que hace temblar de rabia al menor de los vencidos, y de noble furor a la familia de los reyes.
Vais á estar como príncipes; os traerán brasero, que hace frío... y... necesito dejaros para serviros mejor... conque... ya veréis, caballeros, ya veréis. El hostelero salió, y los jóvenes acababan de sentarse cuando se oyó en la calle una voz angustiosa y desesperada que gritaba: ¡Ladrones! ¡Ladrones!
15 Si os volviereis de en pos de él, él volverá otra vez a dejaros en el desierto, y echaréis a perder a todo este pueblo. 16 Entonces ellos vinieron a él y dijeron: Edificaremos aquí majadas para nuestro ganado, y ciudades para nuestros niños;
Palabra del Dia
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