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Aquellos señores no podían estar así con las ropas impregnadas de humedad, cansados y desfallecidos por una noche de lucha. ¡Pobrecitos, bastaba verles! Y colocaba sobre la mesa galletas, pasteles, una botella de ron; todo lo que podía encontrar en la despensa, y hasta un paquete de cigarrillos rusos con boquilla dorada que la hortelana miraba con escándalo. Déjalos, tía decía a la pobre vieja.

Que podría entrar en la aristocracia tan fácilmente. ¡Bonita ventaja! Un bonito nombre cuadra muy bien á un hombre arrogante. Prima, ¡ te propasas! Pero, en fin, ¿á qué viene ese empeño de no llevar tu nombre? Porque yo soy un hombre de negocios. Déjalos. Dios mío, ¿y en qué pasaré mi tiempo? En ocuparte de .

Los jinetes y las amazonas alegraban con su rápida aparición el hermoso tumulto; pero de cuando en cuando la presencia de un ridículo simón lo descomponía. «Debían prohibir dijo Isidora con toda su alma que vinieran aquí esos horribles coches de peseta. Déjalos... En ellos van quizás algunos prestamistas que vienen a gozarse en las caras aburridas de sus deudores, los de las berlinas.

Déjalos que griten: eso precisamente es lo que se busca. Mira el motín de esta noche: á ellos se les debe. Con muchos así, pronto estallará la cuerda. Eso es lo que quiere el Rey. ¡Oh! Ya verás qué pronto se despedazarán unos á otros. ¿Pero qué hago yo con cinco onzas? volvió á decir el dueño del café.

¡Ni pienso!... Vaya, Baldomero, y hágalos salir del campo. ¿De «verdá», don Melchor...? ¿Pero no me entiende?... ¿o quiere que vaya yo?... Déjalos, ¡infelices! insistió Lorenzo. ¡No quiero!... ¡Vaya!... ¡No me da la gana!...

Toma esos claveles añadió quitándose la montera y arrancando de ella los que llevaba prendidos. Si pasas por la iglesia de Entralgo déjalos á la Virgen del Carmen. Es nuestra madre y ella nos juntará otra vez.

lo debes de saber... bien cerca vivías. Mujer, yo no hablo por todos repuso Teresa amainando por el temor de que su díscola compañera le sacase a relucir el acompañamiento nocturno de Donato Rojo, el médico de la Sanidad, sólo digo que los hay muy brutos... Bueno, pues déjalos en paz y no te acuerdes de ellos, que ellos tampoco se acuerdan de ti.

Aquellas gentes pedían la República, eran de la Repartidora, como ella decía; al paso que marchaban las cosas, no tardarían en triunfar, y entonces vendría el saqueo de la casa; tal vez el degüello de ella y su hijo. ¡Déjalos, mujer! decía el caído cacique con burlona sonrisa No son tan malos como crees. Que sigan cantando su Marsellesa y dando vivas, ya que con tan poco se contentan.

Sin embargo, entre los soldados había uno que miraba con malos ojos tantas crueldades inútiles: marchaba silencioso, las cejas fruncidas como digustado. Al fin, viendo que el guardia, no satisfecho con la rama, daba de puntapiés á los presos que se caían, no se pudo contener y le gritó impaciente: Oye, Mautang, ¡déjalos andar en paz! Mautang se volvió sorprendido.

Dice que ya que no le dejaron matar toros para hacerse rico, matará hombres si es necesario para salir de pobreza; que él tiene derecho a disfrutar como cualquier señor, y que todos los ricos son unos ladrones... Pero hermano, ¡por la Virgen!, ¿les has enseñado realmente esas cosas tan horribles? Déjalos dijo Gabriel riendo . No han digerido aún las ideas nuevas, y vomitan disparates.