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Actualizado: 17 de junio de 2025
No me amáis todo lo que yo quisiera... pero me amáis... sí; me amáis... y yo os haré tanto... yo seré para vos tanto... ¿Qué seréis para mí? El camino de los honores, del mando, del trono. ¡Eh! ¿qué decís del trono, señora? dijo Quevedo con un acento tan singular como nadie hasta entonces había oído en él. Digo, que sin haceros rey, os pondré sobre el rey, y como el rey está en el trono...
18 porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar. 21 Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Estaba atento Sancho a las ceremonias de aquel lavatorio, y dijo entre sí: ¡Válame Dios! ¿Si será también usanza en esta tierra lavar las barbas a los escuderos como a los caballeros? Porque, en Dios y en mi ánima que lo he bien menester, y aun que si me las rapasen a navaja, lo tendría a más beneficio. ¿Qué decís entre vos, Sancho? -preguntó la duquesa.
Admirada quedó Dorotea de las sentidas razones de la muchacha, pareciéndole que se aventajaban en mucho a la discreción que sus pocos años prometían; y así, le dijo: -Habláis de modo, señora Clara, que no puedo entenderos: declaraos más y decidme qué es lo que decís de alma y de lugares, y deste músico, cuya voz tan inquieta os tiene.
Dirán: la condesa de Lemos es querida de Quevedo; y bien, vos me habéis enseñado á despreciar al mundo. Ya no llueve dijo Quevedo. Como que estamos bajo techado contestó doña Catalina ; ahora vamos á subir... y yo os doy la mano. No hablaba yo de esta subida. Pues mirad, yo estoy muy contenta. No veo el motivo. Os tengo. ¡Pero si decís que no os amo!
Hemos hecho una jornada horrible, en el tren, en el carruaje, en medio del polvo, ¡y con un calor! ¡Nos sirvieron un almuerzo tan espantoso esta mañana en el hotel! y debíamos volver a comer allá a las siete, en el mismo hotel, para tomar en seguida el tren de París... Pero comer aquí será mucho mejor. Ya no decís que no. ¡Ah! ¡cuán buena sois, mi Zuzie!
-No vos acuitéis, señoras -dijo don Quijote-, que ni ésta es malicia ni es bellaquería; y si la es, y no ha sido la causa el duque, sino los malos encantadores que me persiguen, los cuales, invidiosos de que yo alcanzase la gloria deste vencimiento, han convertido el rostro de vuestro esposo en el de este que decís que es lacayo del duque.
Lo que me fuerza á creer de veras que no hay vivientes en él, es que ninguno que tuviese razon querria habitarle. ¿Qué importa? dixo Micromegas, acaso no tienen sentido comun los habitantes, pero al cabo no es de presumir que se haya hecho esto sin algun fin. Decis que aquí todo os parece irregular, porque está todo tirado á cordel en Júpiter y Saturno.
¡Criados! ¡no los tengo! ¡si los he despedido para que no se enterasen! ¡Abrid á la justicia del rey! repitió el alcalde golpeando con furia la puerta. Id, id á abrir, señora dijo el duque. ¡Yo! ¡sola! Sí; sí, decís bien: iremos los dos. Y doña Ana y el duque bajaron á abrir á la justicia.
Acudió éste pálido y temblando y dirigiéndose á la puerta de la casa dijo en voz baja á los recién llegados: No lo encolericéis, mis buenos señores, por el amor de Dios lo pido. ¿Qué decís? ¿De quién se trata? preguntó el barón.
Palabra del Dia
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