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Actualizado: 17 de junio de 2025


Si decis que este ser es único, ó que no hay otro de su clase, convenimos con vosotros; solo os advertiremos que tomais el nombre de substancia en un sentido impropio. Pero en el fondo la diferencia estará en el nombre; y para entendernos perfectamente, solo nos será necesario saber que por substancia entendeis un ser absolutamente necesario, y por tanto absolutamente independiente.

¿Y cómo puede ser eso? ¡pecador de ! dijo lleno de angustia Montiño. En vos consiste. ¡En ! , señor Francisco; en vos y sólo en vos, porque sólo por vos estamos presos. ¿Por ? por cierto; ¿no decís que la reina no ha comido de la perdiz? Si hubiera comido... hubiera muerto como el paje. , , tenéis razón... hubiera muerto dijo Cosme Aldaba.

»Decís mal del Duque, que es un hombre remiso y que se fué de miedo; que para vos se guardan semejantes empresas que ésta. El día que se ofreció pelear, el Duque, para la poca experiencia que tenía en cosas de guerra, lo hizo tan bien, que echó en vergüenza á los muy pláticos y bravosos. Su venida aquí, y la estada que hizo y la ida de agora, todo ha sido por consejo y parescer vuestro.

Indudablemente dijo la Dorotea mirando con una expresión de doloroso candor á Quevedo , creo que en parte tenéis razón cuando decís que vale más sufrir que hastiarse. ¡Ah! ¿Y quién duda acerca de eso?

¡No lo , no lo ! contestó todo gemibundo y miedoso Montiño. ¡Cómo! ¿No os ha dicho el tío Manolillo?... No, ni la Dorotea tampoco. ¿Qué decís de la Dorotea? La Dorotea ha sido la que me ha mandado envenenar un dulce... guisar una merienda. ¡La Dorotea!... ¡Dios mío! ¡Corred, corred, que la Dorotea quiere envenenar á una persona!... ¡Y no os ha dicho el nombre de esa persona!... No; no, señor.

¿Cómo os va, Dorotea? dijo éste sentándose y extendiendo hacia la joven una mano, que ésta estrechó con respeto. Me va muy mal dijo la Dorotea sentándose bruscamente en un taburete á los pies del duque , y esto no puede continuar así. ¿Qué decís, señora?

Tentóse, oyendo esto, la garganta don Quijote y dijo, volviéndose al duque: -Por Dios, señor, que Dulcinea ha dicho la verdad, que aquí tengo el alma atravesada en la garganta, como una nuez de ballesta. ¿Qué decís vos a esto, Sancho? -preguntó la duquesa. -Digo, señora -respondió Sancho-, lo que tengo dicho: que de los azotes, abernuncio.

32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos a los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.

Lo que yo pienso hacer de mi parte es rogarle a Nuestro Señor que le eche a aquellas partes donde él más se sirva y adonde a más mercedes me haga. -Vos lo decís como discreto -dijo el cura- y lo haréis como buen cristiano.

El corregidor contempló sorprendido al barón, cuya endeble apariencia mal se avenía con la fama de sus proezas. Sois tanto más bienvenido, díjole después de repetir el respetuoso saludo que antes había dirigido al taimado arquero, por cuanto esta leal ciudad de Lepe necesita más que nunca defensores como vos y vuestros soldados. ¿Qué decís?

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