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Actualizado: 17 de junio de 2025
Esta canción solía decir la cantaba Gastibeltza, un piloto paisano nuestro, de un barco negrero en donde yo estuve de grumete. Gastibeltza solía cantarla cuando dábamos vuelta al cabrestante para levantar el ancla, o cuando se izaba algún fardo. ¿Cómo era la canción? le decíamos nosotros, aunque la sabíamos de memoria . ¡Cántela usted!
Le acercaron al sofá, y en él se desplomó el enfermo con desesperación, como si se dejara caer en su ataúd. Palpaba los objetos, palpaba a su mujer, que ni un punto se separó de él. «Bien te lo decíamos repitió, ahogándose en lágrimas y disimulando el desentono de la voz . Esa condenada obra de pelo... trabajando todo el día... Si notabas cansancio de la vista, ¿para qué seguir?».
Bien se lo decíamos mi señora y yo: «Francisca, que te pierdes, que te vas a ver en la miseria», y ella... tan tranquila. Nunca pudimos conseguir que apuntara sus gastos y sus ingresos. ¿Hacer ella un número? Antes la mataran. Y el que no hace números, está perdido. ¡Con decirle a usted que no supo jamás lo que debía, ni en qué fecha vencían los pagarés!
Si yo no hubiese cuidado el huerto, cuyos productos se vendían en la ciudad, nos habría sido imposible vivir. ¿Por qué la gente lleva toda su harina al molino de agua de los Felshammer, sin pensar que en los molinos de viento los pobres molineros necesitan vivir también? Esto es lo que nos decíamos a menudo; y mirábamos con odio vuestra casa... Pero he aquí que, de repente, llega Martín.
Pero, volviendo a lo que decíamos, dime, ¿te sientes con valor como para tener con mi padre una discusión sobre el matrimonio, que tan sin cesar critica? Sí, sí; mi especialidad es la discusión. Ya verás. Hoy mismo ataco a mi tío y arreglo todo. Durante la comida dirigí a mi prima toda una serie de gestos para notificarle que iba a entrar en batalla.
Esas chicas acabarán por arañarse. No, porque la Dorotea es magnánima; ¡como siempre vence! Dejémonos de mujeres, señores, y vamos á lo que importa dijo el alférez, que reventaba por soltar sus noticias. Sí, sí; seguid. Decíamos que las tales estocadas habían venido de lo alto, según todos los indicios. Pues bien, hay más. Ha entrado el rasero, señores. ¡El rasero!...
Pero á bien que en eso de amor al prójimo estoy contigo, padre predicador; porque supongo que incluirás al bello sexo, que no tiene admirador más ferviente que yo. ¡Ah, les petites, como decíamos en Francia, han nacido para ser adoradas! Me alegro de ver que los frailes de Belmonte te han dado tan buenas lecciones, muchacho. No, no hablo del bello sexo ni de amor mundano.
Sentáronse a comer, en cabecera el demandador y los demás sin orden. No quiero decir lo que comimos; sólo que eran todas cosas para beber. Sorbióse el corchete tres de puro tinto; brindóme a mí; el porquero, me las cogía al vuelo, y hacía más razones que decíamos todos. No había memoria de agua, y menos voluntad de ella.
El cuatro en este caso, no será mas difícil que el dos en el primero; pues así como para el dos decíamos uno y uno, para el cuatro diremos, dos y dos. La atencion que se habia de dividir en la repeticion de cuatro veces uno se dividirá solo en dos.
Francisca me hacía una pregunta y yo respondo... Los profesores están hechos para responder añadió el cura con una buena sonrisa. Decíamos, pues dijo reanudando el hilo de sus ideas, que Marcel Prevost se ocupaba en la cuestión del celibato y va hasta aconsejar que se eduque a las muchachas para ese estado.
Palabra del Dia
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