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Actualizado: 17 de junio de 2025
No solo ha creado la literatura marítima, muy especial y acaso la mas grandiosa, poesía sin igual, llena de misterios, y viajes, descubrimientos, conquistas, colonizaciones, cambios de ideas entre los pueblos, astronomía y geodesia, guerras maritimas, etc., etc.: no solo ha creado esos géneros de elementos literarios, decíamos, sino que ha desarrollado inmensamente la literatura continental ó terrestre, multiplicándole sus medios de expansion y regeneracion de una manera prodigiosa. ¡Qué admirable cosa es un buque!
María y yo, por de pronto, profesábamos cordialísima antipatía al padrastrillo. Te aseguro decía él a mamá, señalándonos con el mentón que desearía vivir siempre contigo para vigilar a tus hijos. Te van a dar mucho trabajo. ¡Déjalos! respondía mamá cansada. Nosotros no decíamos nada; pero nos mirábamos por encima del plato de sopa.
Luciana preguntó: ¿De qué hablaban ustedes? Decíamos que el verde será el color de moda de este invierno... Si lo duda usted, mire a la de Jansien. Luciana se echó a reír. Es verdad; parece una pradera. Y Kisseler que se había acercado, añadió: No le falta nada; ni la campanilla al cuello. Le falta el pastor replicó Luciana.
Hacía más de quince días que tenía en su poder el espediente y aquella mañana el alto empleado, despues de alabar su celo, le había preguntado por su dictámen. Don Custodio respondió con misteriosa gravedad dando á entender que ya lo tenía terminado: el alto empleado se sonrió, y aquella sonrisa ahora le molestaba y perseguía. Como decíamos, bostezaba y bostezaba.
Todo cuanto digamos de la vegetación intertropical será pálido, es preciso verla para comprender su belleza en todo su valor; apropósito de esto, recordaremos lo que ha tiempo decíamos á un amigo querido de la Península.
Decíamos que estábamos cerca de la casa del hermano mayor, y esto bien fácil nos es conocerlo, porque distintamente llegan á nuestros oídos los ecos de la marcha de Pan y Toros, tocata ahora en boga en Filipinas, cual lo será Dios mediante, dentro de ocho ó diez años, la jota del Molinero de Subiza, ó la polka de Flama. Ya estamos á la vista de la casa.
De cualquier modo, en aquel paraje fué donde exclamó: «Decíamos ayer.....» al reanudar, después de largos años de cautiverio, sus lecciones de Teología y de Literatura Sagrada.
Según: rabio á ratos, á ratos río, como olla podrida; y si no engordo, no enflaquezco. Decíamos que el duque... pues... decíamos que el duque... ¿qué decíamos, don Francisco? Yo no decía nada. Yo he querido decir algo... pues... quería haberos dicho algo de cierto hijo. No entiendo á vuestra majestad. Pues hablemos de un sobrino. Lo entiendo menos. De un rizo... Continúo á obscuras...
Hízose hora de levantar. Pedí yo luz muy aprisa; trujéronla, y el huésped el envoltorio al soldado, y olvidáronsele los papeles. El pobre alférez hundió la casa a gritos pidiendo que le diese los servicios. El huésped se turbó, y como todos decíamos que se los diese, fue corriendo y trujo tres bacines, diciendo: -He ahí para cada uno el suyo. ¿Quieren más servicios?
Después de algún tiempo regresó al país la hermosa, vestida de española, con una pandereta de sonajas. Todos le decíamos: Ocúltate, porque te va a matar. Que si quieres, ¡matar! Volvieron a unirse muy tranquilos, y ella le ha enseñado a tocar la pandereta. Hubo una nueva explosión de risas. Sin levantar la cabeza, murmuró de nuevo el amolador desde su rincón: Cállate, tahonero.
Palabra del Dia
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