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Actualizado: 22 de junio de 2025
Lector amigo: yo he escrito este discurso, que no me he atrevido a llamarle libro, pasándome de la jineta de los consonantes a la brida de la prosa, en las vacantes que me han dado las despensas de mi familia y los autores de las comedias por su Majestad ; y como es El Diablo Cojuelo, no lo reparto en capítulos, sino en trancos . Suplícote que los des en su leyenda , porque tendrás menos que censurarme, y yo que agradecerte . Y, por no ser para más ceso, y no de rogar a Dios que me conserve en tu gracia.
Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante.
5 Toda palabra de Dios es limpia; es escudo a los que en él esperan. 6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso. 7 Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera: 8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan de mi juicio;
Therapéutique homœopathique des maladies aigues et des maladies chroniques. Paris, 1847-1849, 2 vol. en 8.º Matière médicale. Paris, 1851. Beauvais: Effects pathogenetiques et toxiques de plusieurs medicaments. Paris, 1845, en 8.º Cours élémentaire de matière médicale. Paris, 1817, 2 vol. en 8.º Traité des maladies des reins. Sur l'emploi du causticum contre la dispepsie nerveuse.
8 Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; 9 para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; 10 para que no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; 11 y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo, 12 y digas: ¡Cómo aborrecí el castigo, y mi corazón menospreció la reprensión;
Eloísa añadió Rafael , las barcarolas, las tirolesas, el ranz des vaches, son canciones populares de otros países. ¿Por qué no han de tener nuestras boleras y otras tonadas del país el privilegio de entrar en la sociedad de la gente decente? Porque son más vulgares contestó Eloísa. Rafael se encogió de hombros; Rita soltó una de sus carcajadas; el mayor se quedó en ayunas.
Hacia otra parte... a otro sitio a que yo quiero llevarle... porque esa expedición ha de hacerla don Marcelo conmigo. Necesitaremos dos días. ¡Larga va a ser, trastajo! No mucho; pero como debemos hacer noche allá... Pues si pensabas guardar el secreto del parador, no me des más señas de él, porque ya le he conocido...
¡Ven, alma mía!... voy a preguntarte una cosa... ¡Ven, corazón mío! Tomó la cabeza de Marcelita entre sus manos y mirándola fijamente: Marcelita... vas a decirme... una cosa... ¿El qué papá? Titubeó algunos segundos; en seguida, bruscamente, sonriendo con amarga sonrisa: Quiero que me des otro beso... ahora anda... anda a jugar... nena mía... corre. Y Marcelita se fue corriendo.
17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los llamados: Venid, que ya está todo aparejado. 18 Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado.
Seis meses antes de morir me sentó sobre sus rodillas y me dijo: «Si te falto ahora, te quedará una renta de cinco o seis mil duros: poca cosa en comparación de lo que teníais antes. Pero puedes gozarla tranquila; ninguna de las alegrías que te procure ese dinero habrá nacido de un dolor ajeno; la limosna que des no será nunca restitución.» ¡Este fue mi padre! ¡Así me educó!...
Palabra del Dia
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