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Actualizado: 5 de junio de 2025


Entre las señas que me hacía, era una de juntarse la una mano con la otra, dándome a entender que se casaría conmigo; y, aunque yo me holgaría mucho de que ansí fuera, como sola y sin madre, no sabía con quién comunicallo, y así, lo dejé estar sin dalle otro favor si no era, cuando estaba mi padre fuera de casa y el suyo también, alzar un poco el lienzo o la celosía y dejarme ver toda, de lo que él hacía tanta fiesta, que daba señales de volverse loco.

En esto estábamos, él dándome y yo casi determinado de darle a él dineros, que es la sangre con que se labran semejantes diamantes, cuando incitados y forzados de los ruegos de mi querida, que me había visto caer y apalear, desengañada de que no era encanto sino desdicha, entraron el portugués y el catalán, y en viendo el escribano que me hablaban, desenvainando la pluma, los quiso espetar por cómplices en el proceso.

Don Rodrigo... afortunadamente la herida, según dicen los médicos, es limpia y no ha tocado á ninguna parte peligrosa; un dedo más acá ó más allá y no tenemos hombre; pero ha faltado un dedo... y don Rodrigo vivirá. Ayer estuvo hablando conmigo largamente, preguntándome y dándome órdenes y consejos. Dentro de algunos días don Rodrigo dejará el lecho, y todo irá bien. ¿Y el duque de Lerma?

El almirante, dándome las gracias por mi reserva, se despidió en unión del General Anderson, no sin suplicarme suspendiera por entonces el ataque contra Manila, porque ellos estaban estudiando un plan; para tomar con sus fuerzas Intramuros, dejando la toma de los arrabales para las nuestras.

Agachados, corriendo por cerca de la borda, nos fuimos acercando hasta saltar a la toldilla de popa, que cogía casi toda la mitad del barco. Estuvimos allí esperando hasta ver si éramos descubiertos. Yo estaba temblando de frío. Tome usted; frótese usted me dijo, en voz baja, Allen dándome un trozo de sebo. Comencé a frotarme con aquello, y él me embadurnó la espalda.

Las vecinas, que estaban presentes, dijeron: "Señores, éste es un niño inocente, y ha pocos días que está con ese escudero, y no sabe dél más que vuestras merecedes, sino cuánto el pecadorcico se llega aquí a nuestra casa, y le damos de comer lo que podemos por amor de Dios, y a las noches se iba a dormir con él." Vista mi inocencia, dejáronme, dándome por libre.

Aunque yo quisiera asentar mi corazón y perdonalle el jarrazo, no daba lugar el maltratamiento que el mal ciego dende allí adelante me hacía, que sin causa ni razón me hería, dándome coscorrones y repelándome. Y si alguno le decía por qué me trataba tan mal, luego contaba el cuento del jarro, diciendo: "¿Pensaréis que este mi mozo es algún inocente?

El cual mi amo, dándome el dinero para el vino, tomó y comenzó a dar vueltas al fuego, queriendo asar al que de ser cocido por sus deméritos había escapado. Yo fui por el vino, con el cual no tardé en despachar la longaniza, y cuando vine, hallé al pecador del ciego que tenía entre dos rebanadas apretado el nabo, al cual aun no había conoscido por no lo haber tentado con la mano.

Vióme muchacho, boquirrubio, cariampollado, chapetón; parecíle un Juan de buena alma, y que para bastara que quiera. Preguntóme: "¿De dónde sois, hijo?", díjele que de Sevilla; llegóseme más, y dándome con su mano unos golpecitos debajo de la barba, me dijo: "Y ¿adónde va el bobito?" Díjele que iba a la corte, que me diese de comer.

Fuimos después a merendar entre los helechos. Allá abajo, en el fondo, se veía Lúzaro como un pueblo de juguete. Ni una lancha aparecía en el mar. Después de merendar, nos reunimos todos los romeros en el raso de la ermita. ¡Eh, Shanti, hay que bailar! me dijeron varios viejos pescadores, algunos dándome una palmada en el hombre. Ya lo creo, bailaremos.

Palabra del Dia

irrascible

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