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Actualizado: 23 de julio de 2025
También el arte, esa facultad del cerebro humano de asimilarse la belleza de la naturaleza para producir obras revestidas de cualidades estéticas, representando con toda exactitud las impresiones recogidas por el estudio al amparo de los destellos del genio, encuentra en Filipinas entusiasta é idónea interpretación, lanzando á la culta Europa hombres que, como Luna y Tavera, bastan para justificar el perfeccionamiento rápido y completo de que es susceptible aquel pueblo.
Así, pues, yo propendo a creer que es inútil, si no por todo extremo nociva, la protección oficial a la literatura, y en particular a la amena, y sólo comprendo que proteja y subvencione el Estado ciertas producciones tan hondas, sutiles y tenebrosas, que se pueda presumir razonablemente que no cuentan en una nación, medio culta siquiera, con un público que pase de cien personas, como por ejemplo, un libro de matemáticas sublimes, erizado de fórmulas, signos y figuras, y atiborrado de cifras, misteriosas para el profano.
Con esta garantía de seguridad y de independencia, los bailes campestres adquirieron nuevo vigor, y los autores de tan saludable pensamiento merecieron bien de la culta sociedad santanderina.
Lo único que puedo decir, es que al presenciar estas escenas tengo dolor de estómago. ¡Tan verdadera, tan filosófica y tan expresiva es la palabra española estomagar! ¡Sí, óigalo Francia, esta culta y poderosa Francia! Estoy estomagado. No, señor, vuelven á decir los franceses. Hay muchos hechos que no son tanto cuestion de lógica, como de costumbre ó de país.
Como ante reyes se inclinan ante ellos seibos y palmas, y le arrojan flor del aire, aroma y flor de naranja; luego en el Guazú se encuentran, y reuniendo sus aguas, mezclando nácar y perlas, se derraman en el Plata» . Pero ésta es la poesía culta, la poesía de la ciudad; hay otra que hace oír sus ecos por los campos solitarios: la poesía popular, candorosa y desaliñada del gaucho.
No es temerario asegurar que después de esas horas encantadas el matrimonio no es sino una decepción para las tres cuartas partes de las mujeres. Pero la palabra decepción es bien débil para expresar lo que experimentará un alma y una inteligencia culta y delicada, en la intimidad de un hombre vulgar... Sería difícil formular convenientemente cómo juzgaba a la mujer el señor de Maurescamp.
La vida entre dos alcantarillas. ¿El mundo está perdido? Pues vámonos a vivir metiditos en un... inodoro. Y como esta palabra, si bien le parecía culta, no expresaba lo que él quería, sino lo contrario, añadió: En un inodoro... que es la antítesis así dijo de un inodoro. En fin, señores prosiguió ustedes defienden el absurdo y ahí no llega mi paciencia.
Sin embargo había pedido, no se sabe si al cielo o al infierno, que desatase su lengua y que le diese habla, y habla no chabacana y grotesca como la que usaba por lo común, sino culta, elegante e idónea para las nobles reflexiones y bellas cosas que ella imaginaba que le convenía expresar.
Las querellas de Ocampos y Dávilas forman toda la historia culta de La Rioja. Ambas familias, antiguas, ricas, tituladas, se disputan el poder largo tiempo, dividen la población en bandos, como los güelfos y gibelinos, aun mucho antes de la revolución de la independencia.
Ambas se miraron a los ojos y se declararon, con un chispazo, el odio que ardía en el fondo de sus almas. Pero habían cambiado las circunstancias. Amalia era cinco años atrás la dama más elegante y distinguida de la población, la única cuyo porte y refinamiento de costumbres trascendía a otra esfera más culta y espiritual. Fernanda la aventajaba ahora infinitamente. Aquélla había envejecido de modo ostensible. Entre sus cabellos se veían ya bastantes hebras plateadas; su tez, siempre pálida, había perdido toda su frescura; además, había perdido el deseo y el gusto para vestirse, se había ido plegando poco a poco bajo la presión de la sociedad ordinaria y cursi que la rodeaba, adaptándose a ella y descuidándose más y más de su persona. El contraste era, por lo tanto, más vivo. Bien lo advirtió la noble esposa del maestrante y se sintió humillada hasta el fondo de su ser. Una sonrisa de despecho contrajo sus labios mientras cambiaba con Fernanda los obligados saludos.
Palabra del Dia
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