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De todos estos compañeros del «señor de la guerra», el único digno de respeto era un hombre civil, un comerciante, un judío, el armador Ballin, de Hamburgo, que al ver arruinado el Imperio no quería sobrevivirle y se pegaba un tiro. Mientras tanto, los mariscales de la estrategia fracasada se dedicaban tranquilamente á educar sus perros, escribir sus Memorias y cuidar su salud.

Esta proximidad había sido siempre una exigencia de doña Paula. Ella habitaba el segundo piso, a sus anchas; no quería ruido de curas y frailes entrando y saliendo; pero tampoco consentía que su hijo, su pobre Fermín, que para ella siempre sería un niño a quien había que cuidar mucho, durmiese lejos de toda criatura cristiana.

¡Qué demencia! exclamó la abuela consternada. Esas son ilusiones románticas... La vida no es una novela... ¿Por qué no?... ¿Qué inconveniente verías en que la vida de dos en el matrimonio fuese una deliciosa novela?... Debe ser una de esas novelas cuya lectura puede permitir una madre a su hija... con tal de que esté bien escrita, entendámonos... Me gusta cuidar el estilo...

No, no eres un niño; a ti no te duele que tu madre se consuma de impaciencia, se muera de incertidumbre.... La madre es un mueble que sirve para cuidar de la hacienda, como un perro; tu madre te da su sangre, se arranca los ojos por ti, se condena por ti... pero no eres un niño, y das tu sangre, y los ojos y la salvación... por una mujerota.... ¡Madre! ¡Por una mala mujer! ¡Señora!

eres responsable de que se chifle por completo, porque le fomentas el tema del edificio... Ya estás deseando que cierre yo los ojos para irte. Más que estar conmigo te gusta el palique. ¿Sabes lo que te digo? Que si me duermo, te tienes que estar aquí, de centinela, para cuidar de que no me destape. Bueno, hombre, bueno; me estaré.

Entonces exclamó Francisca, no tenía usted más que besarlo la primera, y así... ¡Francisca! dijeron todas a coro. Schoking... Francisca razona como una niña caprichosa respondió la Melanval. Habrá que cuidar esa imaginación añadió un poco descontenta. Si no pone usted remedio se va a destruir cerebro, corazón y alma. Mala pendiente, hija mía; muy mala pendiente...

No tardó en presentarse una zagala, ni hermosa ni limpia, que le servía para aderezarle la comida, cuidar y ordeñar su única vaca, llevar el rocín á beber y darle pienso, etc., etc. Porque nuestro hidalgo no tenía otro servidor. La huerta y la pomarada él las cuidaba con sus propias helénicas manos.

Habia luego varios otros cargos, como el de alcalde de estancia, individuo comisionado para cuidar las haciendas y atender á la cria de ganados; y el de fiscal, título que se daba al ejecutor de las sentencias dictadas en los juicios.

Espió sus menores actos, le echó en cara el tiempo invertido en cuidar a la hermana de Perico, y, en suma, adoptó el sistema de contrariedad y violencia, de seguros resultados con las mujeres fáciles y depravadas, a quienes subyuga y enamora. A Lucía la puso a dos dedos de la desesperación.

Con este porte tan santo procedió toda la navegación, que duró tres meses, con aprovechamiento maravilloso de muchos, á quien redujo á bien vivir, ya valiéndose de las verdades eternas, ya poniéndoles á la vista tantos peligros y tempestades del mar, que aun á los más perdidos suelen obligar á cuidar de la conciencia y del alma, que antes tenían en tal olvido ó parecía no tenerla.