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Actualizado: 25 de junio de 2025
El dibujo tenía al pie esta inscripción: «La fragata española La Constancia, al mando de su capitán don Blas de Aguirre, al amanecer del día 3 de febrero de 1793, en el meridiano de la isla Rodrigo, atormentada con mares gruesas del nordeste y sudeste, corriendo un huracán en su viaje de Manila a Cádiz, en el que perdió todos los gallineros de la toldilla, vasijería, cubas y varias tablas de obra muerta.
Sangre por todos lados: sangre en el suelo y en las inmediaciones de unas cubas, donde el agua mezclábase con el líquido rojo. Retirábanse los picadores del redondel. Habían hecho la señal para la suerte de banderillas, y los jinetes llegaban sobre sus caballos manchados de sangre, con el pellejo rasgado y colgando de sus vientres el repugnante bandullo de las entrañas al aire.
Allí estaban los ocho mil reales. Podía hacer don Ramón lo que quisiera. Ellas confiaban en él como si fuese su padre. Bueno; compraré Cubas. El pollo pasará por aquí cuando guste, para que le entere de la marcha del capitalito. Y don Ramón les acompañó hasta la mampara, cobijando con mirada amorosa de padre a sus tres clientes.
Estoy muy atareado para poder encargarme de los asuntos de los demás.... Sin embargo, basta que vengan con este joven, al que aprecio, para que me decida a hacer algo por ustedes.... ¿Dice usted, niña, que son ocho mil reales? Bueno; pues compraremos Cubas: es el mejor papel. Ahora están a noventa y ocho, pero no tardarán en subir, se lo aseguro a ustedes.
Después el héroe dio una vuelta por la calle de Toledo y plazuela de la Cebada, porque oyó decir que había agitación en aquellos barrios y gustaba de curiosear. Un espectáculo horrible le detuvo en su excursión. Vio asesinar cruelmente a un chico por echar tierra en las cubas de los aguadores. Esta travesura frecuente entonces, se castigaba comúnmente a pescozones.
Aquellos que van sobre cubas con ruedas y velicómenes en las manos, dando carcajadas de risa, son sus gentiles hombres de la copa, que han sido taberneros de Corte primero.
Algunos pacíficos ciudadanos, en mangas de camisa, subidos en mesas colocadas a lo largo de las aceras, se dedicaban a tapiar las ventanas de sus casas con grandes trozos de madera y con jergones; otros hacían rodar delante de las puertas cubas de agua. Aquel entusiasmo reanimó a Hullin.
Salud, gran rey de la rebelde gente, salud, salud, Pepillo, diligente protector del cultivo de las uvas y catador experto de las cubas». A cada instante era el poeta interrumpido por los aplausos, las felicitaciones, las alabanzas, y vierais allí cómo por arte mágico habíanse confundido todas las opiniones en el unánime sentimiento de desprecio y burla hacia nuestro rey pegadizo.
La adquisición del agua costábales grandes esfuerzos en aquella altura. Su marido pasaba el día bajando y subiendo el cerro para llenar dos cubas en la fuente de la carretera. Después, la nodriza habló de la pésima marcha de sus negocios. Iban a perder los ahorros que su marido, el pobre músico, había hecho en el ejército.
Del techo de aquella sala colgaba una fragata de marfil y de ébano, con todos sus palos, sus velas y sus cañones correspondientes. En el sitio de honor, encima del sofá, se veía un dibujo iluminado. Representaba un barco luchando con las olas en medio de un temporal; el capitán aparecía atado al palo mayor, dando órdenes, y sobre el mar embravecido se veían tablas y cubas.
Palabra del Dia
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