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Actualizado: 14 de julio de 2025


Tiene el semblante comunicativo y simpático, la mandíbula fuerte, el mentón cuadrado; este rasgo y la expresión cavilosa del frontal, traducen bien su carácter tenaz, reservado, impenetrable tras el mutismo de las cavilaciones. «Soy dice, como una casa cuyas ventanas tuviesen las cortinas corridas».

A diferencia de Caracas, que ostenta su Calvario y su linda plaza Bolívar, Bogotá no tiene paseos de ningún género. La plaza principal es un cuadrado de una manzana, sin un árbol, sin bancos, frío y desierto, algo como nuestra antigua plaza Once de Septiembre. En el centro se levanta una pequeña estatua del Libertador, de pie, de un mérito artístico excepcional en esa clase de monumentos.

Vestía de princesa extranjera del tiempo de Carlos III, de lama plata con recamos de oro, y manto de terciopelo azul. Un escote cuadrado dejaba ver con harta claridad lo que Pepa debía de considerar mas interesante en su persona, a juzgar por la predilección con que lo mostraba.

El dueño del bar, un alemán gordo de piernas, cuadrado de cabeza, con pelos duros de cepillo y mostachos colgantes, respondía al apodo de Hindenburg. Sonrió el marino al pensar en la posibilidad de meter á Hindenburg debajo de su mostrador... Quería ver este establecimiento, donde muchas veces había sonado su nombre.

Tenía la mesa al pie de los cuatro relojes que sustenta el ángel de la Fama en el centro del gran salón cuadrado, con sus enormes espejos de fantásticas perspectivas y sus dorados, obscurecidos por el humo y la luz crepuscular que desciende por la alta linterna como una inmensa cripta. Rafael bebió, sin saber ciertamente el contenido del vaso; un veneno tal vez que le helaba el corazón.

El antiguo solar en que se alojaron, y que junto con trescientas fanegas de tierra, en el Valle-Amblés, heredó el hidalgo de su mujer doña Brianda del Aguila, estaba situado sobre una plazuela, a pocos pasos de la Puerta de la Mala Ventura. Cuadrado torreón de sillería se levantaba en el ángulo sudeste, recortando sobre el cielo su imponente corona de matacanes y morunas almenas.

¡Bravo! ¡Bravo! gritaron el sastre, el periodista y el mercero, desternillándose de risa. Belarmino comenzó a exaltarse, ignorante ya de quienes le rodeaban. Nosotros estamos suscritos en este cuadrado. Por una cuota de dos pesetas mensuales comentó el mercero. Somos círculos que estamos suscritos en un cuadrado. ¡Ah! Inscritos aclaró el periodista.

Sin entrar en razones quiero y mando que queden suprimidos los carabineros de costas y fronteras, y se reorganice el antiguo resguardo: quedando todos los fondos a disposición del excelentísimo señor Cuadrado». Yo el Emperador. Al ministro de la Guerra Cuadrado.

La condesa d'Aulnoy dice en otra carta, fecha en Madrid el 29 de mayo de 1689, lo siguiente: «El Buen Retiro es un palacio real, edificado delante de una de las puertas de Madrid. Cuatro construcciones importantes y cuatro pabellones forman un cuadrado perfecto.

Se arrepintió de haberse aventurado sin luz en aquella estancia que no tenía un pie cuadrado libre de estorbos. Pero ya no era cosa de volverse atrás. Dio un paso sin apoyarse en la pared, siguió de frente, con las manos de avanzada para evitar un choque.... ¡Ay! ¡Jesús! ¿Quién va? ¿quién es? ¿quién me sujeta? gritó horrorizada.

Palabra del Dia

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